Amador López, agente forestal de Viveiro, cumple 100 años: «El bosque da vida»

VIVEIRO

Los festejó con su familia en la parrillada la área recreativa San Roque, que impulsó él
20 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.José María Amador López Albo pasó parte de la mañana de su centésimo cumpleaños leyendo La guía del artesano, un libro editado por primera vez en 1915 con el que siendo un niño aprendió las letras. «Llevaba mucho tiempo buscándolo en librerías de Viveiro y Lugo sin encontrarlo, y el domingo me lo regalaron. Me hizo mucha ilusión», detalló este lunes, 19 de mayo, con una gran sonrisa este vecino de Magazos, en Viveiro, que trabajó durante cuarenta años como agente forestal, al servicio del Estado, encargándose de la ordenación y la plantación de montes, entre otros. «Todo el pueblo de Viveiro me aprecia», señala un hombre que nació y vivió hasta los 3 años en Chavín. «Pero llevo 97 años, toda la vida en Magazos, donde hay muy buena gente, y estoy feliz», cuenta un hombre que enviudó hace más de veinte y se encuentra muy bien de salud, como confirma su hija, Marisol, con la que convive. «No toma ninguna pastilla. Solo tiene un marcapasos», explica.
«Ahora me levanto a las nueve y me acuesto a las diez o a las once, pero hasta que me jubilé estaba derecho a las siete»«Me gustan mucho la verdura, los huevos cocidos y el pescado. La carne, tal cual. Y vicios no tengo porque son nuestros verdugos. Nunca fumé y bebo poco, si acaso un chato de vino algún día en la taberna», Amador López Albo, vecino de Viveiro que cumplió este lunes 100 años

Amador achaca su longevidad a la vida que ha llevado y lleva. «Me gustan mucho la verdura, los huevos cocidos y el pescado. La carne, tal cual. Y vicios no tengo porque son nuestros verdugos. Nunca fumé y bebí poco. Puedo tomar un chato de vino en la taberna un día, pero nunca anduve embriagado», destaca. Además, el contacto directo con la naturaleza es fundamental en ese bienestar. «La naturaleza arbórea da mucha salud, el bosque da vida. Cada vez que voy vengo renovado. Planté muchísimas hectáreas de bosque. Tuve a mi cargo hasta 25 hombres y 30 mujeres trabajando», indica un hombre que, a finales de los setenta y principios de los ochenta, fundó la área recreativa del monte San Roque, así como la parrillada que hay en la cima. «Es un orgullo», subraya. Y fue en la parrillada donde el domingo reunió a su familia para festejar su centenario. «Tengo una hija y un hijo, cuatro nietos y tres bisnietos», relata un hombre que todavía cuida a diario de varios conejos y un pavo real.