Simons, Obradoiro prioridad uno

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

Sandra Alonso

El alero, que estará un mes de baja, no escuchó ofertas hasta saber si seguía en Sar

17 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las sensaciones no engañaban a Ben Simons. Antes del partido ante el Valencia veía muy pocas opciones de volver a la cancha en cuestión de días. Un golpe en la rodilla le obligó a dejar el entrenamiento del sábado y pasadas veinticuatro horas el dolor no remitía. El lunes le hicieron las primeras pruebas y el martes llegó la confirmación del diagnóstico: un esguince de grado dos en la rodilla derecha que le obligará a estar aproximadamente un mes alejado de las canchas.

Moncho Fernández pierde a uno de los jugadores que mejor había empezado la temporada, a un soldado que se identifica con el club y la ciudad de manera absoluta.

Fue uno de los últimos fichajes del Obradoiro en el verano de 2017. Llegó a mediados de agosto, procedente del baloncesto belga, a sabiendas de que le esperaba un reto complicado. Es un tres, pero le explicaron que, tal y como estaba configurado el equipo, lo querían como un cuatro. No puso ningún problema. Y tampoco lo dio durante el curso, a pesar de jugar fuera de su demarcación natural.

Durante un buen tramo de la temporada mezcló partidos en los que tenía cierta presencia en la cancha con otros en los que apenas disfrutaba de minutos. Así desde el principio. En aquella temporada, fue titular frente al Burgos. Y lo hizo bien. Se quedó sin jugar a continuación, ante el Murcia y el Gran Canaria. Regresó al cinco inicial frente al Tenerife. Preguntado sobre el particular, comentó: «Eso es baloncesto. Tienes que estar preparado cuando te llama el entrenador».

No eran palabras para la galería, viendo que la pregunta le venía del periodista. Su agente lo llamaba de vez en cuando, como a todos los representados, y la respuesta era siempre la misma: «Estoy bien». En algunos círculos reconoció que jamás había tenido a un jugador americano que jugase poco, y en partidos nada, y no se quejara ni protestase.

La lesión de Bendzius en el tramo final de la campaña le permitió desenvolverse en su sitio preferido y el rendimiento creció exponencialmente.

Al terminar el curso acababa contrato y quiso saber si tenía opción de seguir. La respuesta fue un sí pero no absolutamente firme, porque ya estaba en el aire la continuidad de Pustovyi y, al ocupar una ficha de extracomunitario, el club no descartaba que tuviese que emplearla en un jugador de otro perfil. Simons le dijo a su agente que hasta que el Obradoiro no se pronunciase, en un sentido u otro, que no escuchase ofertas, que su prioridad era seguir en Sar. De nuevo, no hablaba por hablar, porque el sí del Obradoiro no llegó hasta el último día en vigor del derecho de tanteo.

En el vestuario, los compañeros no recuerdan un día en el que Simons llegase enfadado o cruzado. Antes al contrario, es de los que siempre irradian optimismo. Al menos ese frente está garantizado durante las cuatro semanas de recuperación que le quedan por delante.