Eu chorei, chorei

Miguel Gómez

ANDAR MIUDIÑO

Carlos Guerrero

01 nov 2020 . Actualizado a las 21:25 h.

Creo que nunca he escuchado una excusa en boca de Moncho Fernández o, al menos, no la recuerdo. Con mejores o peores plantillas, con más o menos lesiones, contra rivales con un presupuesto veinte veces mayor, nunca le he oído llorarse en una previa o después de un partido. Culpar a los demás de una derrota es el camino más corto para volver a perder. Y contra Unicaja nos condenaron el rebote y las pérdidas de balón.

Yo soy de los que ponen la venda antes de la herida. Unicaja jugó el viernes y apenas pudo preparar el partido, y a nosotros nos gustan los partidos cuanto más tácticos mejor. De hecho, el Obra estuvo más cómodo contra el Unicaja «más académico» y sufrió cuando estuvo el imprevisible Brizuela al mando. De un 15-25 se pasó a un 30-31. Birutis volvió a estirar la ventaja hasta un más ocho y Casimiro protestó a los árbitros: «Es que juegan siempre con el mangallón y no nos dejáis pegarle, así no se puede».

Primero cedió Moncho y sustituyó al pívot lituano para ver cómo el acierto de Francis Alonso dejaba un 42-43 al descanso, después cedieron los árbitros que permitieron a Unicaja utilizar las manos en defensa rozando el límite del reglamento (para algunos por exceso para otros por defecto).

La dura defensa local provocó hasta diecisiete pérdidas de balón al Obradoiro que dieron a Unicaja veintidós puntos (el Obra solo anotó dos puntos tras pérdida del rival) y, aun así, seguimos agarrados al partido hasta que dos faltas de ataque seguidas, una de Jake Cohen en el bloqueo, desplazado previamente por Carlos Suárez, otra de Kassius Robertson cuando había sido Brizuela quien se había metido en el cilindro del canadiense, y una falta sobre Adam Waczynski que nos costó cuatro puntos (libre anotado y triple tras coger el rebote sobre su segundo tiro libre fallado) dieron la escapada buena a Unicaja.