Masaguer, la voz de Sar y la Copa

ANDAR MIUDIÑO

Obradoirocab

La ACB volvió a confiar en el speaker del Obra para su torneo más emblemático

19 feb 2021 . Actualizado a las 10:58 h.

Javi Masaguer lleva tantas temporadas en la ACB como el Obradoiro. Es la voz de los partidos de Sar, la que anima los prolegómenos y los tiempos muertos, la que le da continuidad a cada contienda con sus apuntes a través del micrófono. También se ha ocupado de esa misma tarea en la Copa del Rey del 2020 en Málaga, y en la que se acaba de celebrar en Madrid.

En el Obra desembarcó reclutado por Alberto Blanco, que lo conocía de la Basket Cup en Vilagarcía. Al frente copero llegó llevado por la casualidad: «Estaba con el equipo de la Minicopa, algo le pasó al speaker en la primera jornada y me dijeron si podía tomar el relevo». Se subió al tren en marcha y dejó una buena impresión, suficiente para que lo volvieran a llamar.

La diferencia entre una cita y otra no ofrece dudas, aunque el trabajo sea sustancialmente el mismo. Es la que podría haber entre una boda con invitados y sin invitados.

Masaguer recuerda la Copa que vivió como un hincha más en A Coruña, así como la de Málaga: «Es la fiesta de las aficiones. Esa magia no la tiene ningún otro evento. Echar la vista a la grada y ver la charanga del Baskonia, a los seguidores de los distintos equipos... Y también el ambiente fuera del pabellón... Todo eso se echa mucho de menos, en la Copa y en la temporada. Ojalá que la gente pueda volver cuanto antes. Es lo que le da sentido a esto, que disfrute del equipo y del espectáculo, estar todos juntos para seguir luchando por los objetivos».

Aun en ese contexto, disfrutó de la experiencia en Madrid: «Sales de tu día a día. Llegas a una ciudad en la que las restricciones son completamente diferentes. Cambias el chip». Nunca antes había paladeado con tanto deleite «poder sentarte en una terraza entre partido y partido».

En todo caso, reivindica la figura del speaker más allá de la animación: «Creo que también somos un apoyo. Cada partido se retransmite a ciento veintipico países. Lo que entra es nuestra voz. Y siempre puede servir de ayuda en momentos puntuales, porque hay detalles y acciones concretos que ves en directo y no a través de las cámaras».

Aunque la tarea es la misma en Sar y en la Copa, en el torneo corto está todo mucho más medido. Empezando por la selección musical, que le viene dada. Y siguiendo por la preparación de cada partido, especialmente la final, con reunión previa de los encargados de distintos contenidos. El día decisivo es el que requiere más ajustes, sobre todo en el momento de la ceremonia de entrega de premios, porque es la televisión la que marca un ritmo muy estricto.

Selección musical

En Sar, sin el yugo de los tiempos televisivos y sin tantos frentes de contenidos como hay en la Copa, dispone de más margen de maniobra. Masaguer procura que en la selección haya variedad porque «hay mucha gente y de muchos sitios diferentes».

Tiene muy en cuenta las sugerencias de los jugadores: «Les pregunto, porque creo que es importante que lo hagan un poco suyo, sobre todo en el calentamiento».

Apunta que hay canciones muy arraigadas, como «el Bienvenidos, o el Eye of the tiger cuando el equipo sale a calentar veinticinco minutos antes del partido».

También está abierto a peticiones que le llegan de una u otra manera, como «cuando Marcos Coll compuso una pieza dedicada al Obradoiro, o cuando Rosmadoiro promovió una iniciativa con Menea el bullarengue».

En la implicación de la grada influyen muchos factores. Pero refiere que, Miudiño aparte, «la música gallega de A Roda suele funcionar muy bien, porque invita al acompañamiento con las palmas».

La canasta de Kendall cuando ya no estaba en el equipo

Abrir y cerrar el micrófono en el momento justo, manejar los nombres de todos los protagonistas, poner la música adecuada a cada momento... Son muchos los detalles de los que estar pendiente.

En el caso de Javier Masaguer, son también más de trescientos partidos con el Obradoiro en la ACB, muchas horas de directo. Y cuando se le pregunta si hay gazapos o despistes en tan larga trayectoria, contesta con un «inevitable».

Uno de los que recuerda atañe a una canasta que le adjudicó a Levon Kendall en un partido... dos años después de que el pívot canadiense hubiese dejado el Obradoiro. «Mucha gente no se dio cuenta —rememora— pero alguna sí». Y como suele ser norma en estos casos, alguna chanza le llegó a posteriori.

«Intentas tenerlo todo controlado, pero durante el juego hablas, tienes que darle ritmo y a veces la memoria te lleva a un jugador que ya no está», recuerda sobre el particular.

Esta temporada no hay público en la grada para cazar despistes. Sin embargo, asegura que la manera de afrontar cada contienda es exactamente la misma, hasta tal punto que, a menudo, solo repara en que «no hay gente en el pabellón» durante los tiempos muertos. Son pausas y silencios que difícilmente pueden pasar inadvertidos. En lo demás es más fácil que las rutinas acaben absorbiendo el ambiente. Al menos en la piel del speaker, obligado a afrontar cada encuentro como si no existiesen los condicionantes de la pandemia, por mucho que no sea lo mismo.