Las mil y una vidas de la maestra del yoga mental

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

Ramón Leiro

Elisabet Hillerud , natural de Suecia, es la única gallega especialista en zentagle, una técnica artística que busca la relajación

21 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Elisabet Hillerud se crio en Estocolmo. Y se crio en una familia donde lo habitual es ser virtuoso de la música o de la costura. Su padre dirigía una orquesta, tiene una hermana cantante de ópera y en su familia materna no faltan sastres y modistas. Pero Elisabet, que es la pequeña de la familia, decidió rebelarse: «Yo quería hacer algo con la cabeza, no con las manos», confiesa entre risas. Así que empezó estudiando filología francesa y antropología. De hecho, muy joven, se marchó a París a cimentar su formación. Pero los genes son los genes. Y pronto se dio cuenta de que en realidad necesitaba lo mismo que muchos de sus familiares: crear con las manos. Ahí empezó una vida que en realidad se compone en muchas pequeñas vidas juntas. Porque Elisabet, a la que le encantan los cambios, es como si en cada dedo de la mano llevase un pasaporte a hacer algo distinto, desde alta costura a manualidades pasando por el zentangle, una singular modalidad artística en la que se ha convertido en especialista.

Volvamos a Suecia. Como es tradición en el país, Elisabet se marchó joven de casa de sus padres. Y se fue primero a París, luego volvió a Estocolmo y más tarde desembarcó en Londres. En la capital británica se puso a estudiar confección en la London School of Fashion y acabó convirtiéndose en especialista en trajes de época. Cosió y ayudo a diseñar vestuarios para grandes óperaas y musicales. Por ejemplo, hizo los tutús de las bailarinas de La bella y la bestia. En esas estaba cuando viajó a Italia a un retiro con la intención de meditar. Su vida dio entonces un giro. Ahí conoció a su actual marido, el mago Javier Muro, y con él se vino a España, a Madrid. Logró que la contratasen para el Teatro Real para confeccionar vestuario para varias producciones. «Tenía un buen trabajo, pero no me gustaba porque era demasiado mecánico, me encargaba de los arreglos pero el resto se encargaba fuera, no te dejaban hacerlo todo desde el principio», dice.

Javier y ella decidieron que tenían que volver a darle una vuelta de tuerca al destino. Y empezaron a hacer escapadas de fin de semana para ver qué ciudad les atraía. Gijón, A Coruña... no lograban dar con el sitio. Pero, de repente, por casualidad, en su camino se cruzó Pontevedra: «Vinimos a tomar un café con unos amigos, estábamos en la Alameda, nos miramos y dijimos que este era nuestro sitio». Elisabet reconoce que se le puso un nudo en el estómago cuando tuvo que firmar el contrato de alquiler por dos años: «Le dije a mi marido que estaba loco, que no íbamos a estar dos años aquí. Y resulta que llevamos catorce», dice.

En Pontevedra, Elisabet empezó a buscar un hueco laboral con sus manos como gran herramienta. Confeccionó vestidos para novias, luego hizo accesorios y bolsos, se sacó de la manga una línea de ropa para niños -«veía a los niños en los parques con ropa muy incómoda, y pensé en ofrecer algo que permitiese jugar mejor», recuerda- y empezó a impartir talleres de todo tipo, desde manualidades hasta costura pasando por ganchillo.

El descubrimiento

Tras una vida haciendo meditación, hace unos años Elisabet descubrió el zentangle. ¿De qué se trata? Lo cuenta ella misma: «Podríamos decir que es una especie de yoga mental, se trata de una forma de dibujar que busca la relajación, que propicia la concentración y hace que acabes dejando de pensar en otras cosas que no sean esos trazos que haces». En el zentangle lo que importa no es el resultado final, sino el proceso, que quien lo practique sienta «el aquí y el ahora». Tras apasionarse con esta modalidad, Elisabet viajó a Estados Unidos para que María y Rick, creadores de este método, le enseñasen cómo aplicarlo. Y lo hicieron, vaya si lo hicieron. Volvió de América acreditada como la única gallega experta en zentangle. Desde entonces, imparte talleres y lo practica con pasión: «Es que no necesitas saber pintar ni nada parecido, simplemente dejarte guiar, porque es algo muy fácil que lo que busca es la relajación, nada más».

Elisabet se ríe cuando se le pregunta qué será lo siguiente, qué vendrá después del zentangle. «La verdad es que he hecho muchas cosas, parece que soy ya muy, muy vieja», señala entre sonrisas. Hizo tantas cosas que también fue madre dos veces. Sus hijas son ya adolescentes. Dice que cree que heredaron su amor por los cambios. Que se prepare para seguirles la pista.