«¡Ayuda, me disparó!», gritó la mujer a la que su expareja tiroteó en O Grove

Rosa Estévez
rosa estévez O GROVE / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER / CEDIDO / ATLAS

El hombre se pegó dos tiros después de que la víctima fuese rescatada por una ventana

06 dic 2018 . Actualizado a las 14:37 h.

Eva María A. F., de 47 años, se asomó ayer, pasadas las doce y media de la mañana, a la ventana de su casa. Con una mano ensangrentada se tapaba el cuello. «¡Ayuda, me disparó!», gritó a la calle. Su alarido desesperado paralizó a quienes caminaban por la Castelao, la principal vía de O Grove. Y mientras unos marcaban nerviosos el 112, otros corrían hacia las dependencias de la Policía Local, situada a solo unos metros. Dos agentes llegaron corriendo hasta el portal de Eva. Manuel Gonzalo era uno de ellos. «A vítima estaba na fiestra, ferida. Non podía abrir a porta da casa», narra. Según les relató la asustada mujer, su expareja estaba en la vivienda, acababa de dispararle y no podía escapar. Los agentes subieron las escaleras hasta el primer piso, pistola en mano, y pudieron comprobar que, efectivamente, la puerta estaba cerrada a cal y canto. Así que movilizaron al servicio de emergencias, que acudió con una autoescalera. Con ella, y con la ayuda de un guardia civil adscrito al cuartel de Sanxenxo y que estaba fuera de servicio, lograron sacar del infierno a la mujer, a través de la ventana de un cuarto anexo a la cocina.

«O principal era axudar a vítima, e conseguímolo», reflexionaba ayer Manuel Gonzalo, el jefe de la Policía Local grovense. La mujer, que fue evacuada a Montecelo de inmediato, presentaba «dos impactos de bala: uno en el pómulo, con un orificio de entrada y otro de salida, y otro en el cuello, solo con orificio de entrada», según confirmó la Guardia Civil. Mientras la víctima era evacuada a un centro sanitario, la calle era tomada por las fuerzas del orden. Hasta el lugar se habían desplazado, además de varias patrullas del cuartel de O Grove, efectivos del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil de Pontevedra. Enseguida iniciaron los preparativos para entrar en un inmueble en cuyo interior estaba, encerrado y armado, José A. P. F., de 59 años.

Los agentes pudieron oír los dos tiros que él mismo se pegó en la cabeza con el revólver del calibre 22 que presumiblemente había usado poco antes para disparar a la que fue su compañera. Para el arma, asegura la Guardia Civil, no tenía licencia. Pese a los dos disparos, el hombre seguía vivo cuando los efectivos policiales llegaron hasta él, dos horas después de que empezase todo. José A. P. F. fue trasladado en primer lugar al Hospital Montecelo, desde donde fue derivado al área de neurocirugía del Álvaro Cunqueiro. Presenta una hemorragia cerebral. Allí permanece bajo custodia de la Guardia Civil, a la espera de ver cómo evoluciona de sus heridas.

Mientras todo esto ocurría, en la calle, al otro lado de la cinta policial, se iba reuniendo un buen grupo de vecinos. La mayoría asistían al despliegue policial estupefactos. Eva y José no eran de O Grove, pero llevaban unos diez años residiendo en esta localidad, a la que habían llegado desde la provincia de Ourense y en la que, según fuentes municipales, «estaban perfectamente integrados». Tienen una hija, de apenas 15 años de edad, que se encontraba en el instituto cuando se desencadenó el drama. Una agente de la Guardia Civil se encargó de contarle lo ocurrido.

Una imagen hecha añicos

De puertas afuera, José y Eva fueron, durante muchos años, «unha parella normal» que compartía, por ejemplo, su devoción por la Virgen del Carmen. Pero el pasado mes de agosto esa imagen idílica se hizo añicos. Eva denunció a su marido, que fue detenido y contra el que se dictó una orden de alejamiento que aún sigue en vigor. Aquel debería haber sido el capítulo final de una historia de la que la Policía Local ya tenía constancia. «Por desgraza, xa estiveramos outras veces nesa casa», cuentan los agentes.

El agresor tenía una orden de alejamiento en vigor por una denuncia del mes de agosto Tras aquel dictamen judicial de agosto, José A. P. F. se volvió a Ourense. Pero Eva no parecía sentirse del todo segura. Hace un par de semanas comentó a una amiga que iba a cambiar las cerraduras de la casa. A la mujer la describían ayer sus conocidos como una persona «moi agradable e extravertida, moi sinxela». Una trabajadora incansable fuese cual fuese el puesto que ocupase, bien en una tienda de zapatos, bien en un restaurante como camarera. Desde hace unas semanas, Eva formaba parte del equipo de alumnos-trabajadores del Obradoiro de Emprego de hostelería organizado por el Concello de O Grove. Ayer, cuentan desde el Ayuntamiento, no asistió a clase porque no se encontraba bien. Justamente ayer. El día en el que, tal y como expresaba un vecino, en la calle, su expareja «veu de Ourense a propósito para isto».