Último brindis en el paraíso del Marisco

Rosa Estévez
rosa estévez O GROVE / LA VOZ

O GROVE

O Grove despidió ayer su gran cita gastronómica, y lo hizo por todo lo alto. Pese a la plomiza jornada, las carpas rebosaron y la marea de visitantes llenó el pueblo

16 oct 2017 . Actualizado a las 01:05 h.

El cielo y el mar se vistieron ayer de gris plomo. El bochorno se instaló cómodamente en la plaza de O Corgo. Pero ni la proximidad de Ophelia, ni las elevadas temperaturas, ni los amenazadores incendios minaron la alegría de los miles de personas que decidieron acercarse a O Grove para disfrutar de una celebración gastronómica que ha demostrado estar en plena forma. Pasado el mediodía, una charanga llenaba de música las carpas de degustación y hacía que dos mujeres se arrancasen a bailar mientras esperaban su ración de arroz. Y, bajo sus gruesos trajes de centollos y mejillones, los marisquiños de Enxebre sudaban la gota gorda y llamaban la atención del público más joven. La carpa institucional también estaba llena: a un lado triunfaban los «petiscos», unos bocados de marisco con firma de autor; al otro Francisco Meis, flamante centollo de oro de O Grove, con su apasionante narración sobre el origen de los collares de conchas de A Toxa.

Pero si en O Corgo todo estaba lleno, que lo estaba, lo mismo ocurría en las calles más próximas al recinto ferial. El entramado de rúas entre Beiramar y la Castelao se convirtió en un ir y venir constante de turistas. Y es que de eso va la Festa do Marisco, explicaba ayer José Cacabelos, el alcalde socialista de O Grove, de actuar a modo de «un escaparate de un destino turístico de alta calidad».

Cacabelos aseguraba ayer que la edición de este año ha sido «una de las mejores de los últimos tiempos». Y no tanto por al cantidad de raciones vendidas -esas cuentas aún están por echar-, como porque esta ha sido la fiesta en la que se ha consolidado el modelo que el gobierno local quería impulsar: el de una celebración amable, respetuosa con el medio ambiente, en la que la calidad del producto esté garantizada, igual que la excelencia de su preparación. Y en la que la cultura se convierta en un puntal más, en un motivo añadido para dejarse caer por O Grove en pleno mes de octubre.

Todos esos objetivos, dice Cacabelos, se han alcanzado este año. «Ese sello de calidad que quisimos darle a la fiesta se ha notado. Hemos agotado las vieiras porque Porto de Cambados no nos pudo suministrar más. El camarón, la nécora y la xibia están al límite porque nuestros marineros no nos han podido proporcionar cantidades mayores», señala el regidor, visiblemente satisfecho con su apuesta. Queda margen de mejora, claro. A la Festa do Marisco le falta un título que Cacabelos quiere alcanzar el año que viene: ser una celebración declarada de interés turístico internacional. Falta el reconocimiento oficial, porque el del público ya lo tiene la celebración meca. Los visitantes portugueses ya no sorprenden a nadie: los vecinos del sur tienen una querencia especial por O Grove y por su marisco. Pero este año, además, han llegado muchos visitantes del Reino Unido, de Francia, de Italia y de Alemania. Sin olvidarnos, claro, de que en la lista de lugares de procedencia «no falta ni una sola provincia española». Y es que no hay quien pueda resistirse a un buen Marisco.