El «pelotazo» de Porto Rey le cuesta 200.000 euros a las arcas de Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

El Supremo desestima los 1,6 millones que reclamaba el arquitecto, pero obliga al Concello a pagar el justiprecio por el vial de la estación

17 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Veinte años después de la operación que permitió a Enrique Porto Rey desarrollar un jugoso negocio urbanístico en la plaza de la estación de tren, el fenomenal litigio desatado por el arquitecto ha llegado a su conclusión. El Tribunal Supremo acaba de desestimar tanto el recurso de Porto Rey, que exigía al Concello el pago de 1,6 millones de euros en concepto de expropiación de un vial que nunca cedió al patrimonio público, como el de Ravella, que rechazaba todas sus pretensiones. La decisión del Supremo sigue la línea de la que en su día adoptó el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia y valida el justiprecio que emitió el jurado de expropiaciones: 200.000 euros por una franja de terreno de 130 metros de largo por siete y medio de ancho. Como quiera que ya no hay pie a ulteriores alegaciones, el gobierno municipal acaba de incluir en los presupuestos para este año una partida de 200.000 euros con los que liquidar el enojoso asunto que pasará a la intrahistoria local como el pelotazo de Porto Rey.

Para entender por qué Vilagarcía tendrá que desembolsar 200.000 euros a quien fue director general de Urbanismo de la Comunidad de Madrid entre el 2003 y el 2006, a las órdenes de la lideresa popular Esperanza Aguirre, es necesario remontarse a 1983. Es entonces cuando sale a exposición pública el primer plan urbanístico de la ciudad. En él, la finca que posteriormente desataría la discordia veía limitada su edificabilidad a unos parcos 3.183 metros cuadrados. La razón consistía en que el plan general trazaba un vial que partía a la mitad el terreno. Curiosamente, el arquitecto fue uno de los técnicos que asesoró al Concello en la redacción de aquel documento. El caso es que Porto Rey acaba comprando esta propiedad, ubicada frente a la estación de tren, en 1985. Un año más tarde se aprueba definitivamente el PXOM, con una diferencia sustancial: aquella vía que dividía la parcela se ha desplazado a uno de sus extremos, con lo que la posibilidad de edificación se multiplica por cuatro hasta alcanzar los 14.473 metros cuadrados.

Cuatro edificios

Ese cambio es el que, pasado el tiempo, le permite a Porto Rey vender la finca a varias promotoras que a partir de 1998 construyen, sucesivamente, cuatro edificios donde solo podría haberse levantado uno con la situación anterior. ¿Dónde entra en todo este lío la tira de terreno objeto de litigio? Según el Concello, el arquitecto presentó dicha franja, que aproximadamente supone la mitad longitudinal de la calle que se hoy se abre frente a los cuatro inmuebles afectados -la otra mitad es propiedad de Renfe-, como una vía pública. Incluso llega a conceder servidumbres de paso, luces y vista a favor de las futuras edificaciones. «Sin este paso, la cesión de esta porción de terreno para su consideración como vía pública, nunca podría haber vendido como solares lo que en otro caso hubiese sido suelo urbano no consolidado». Para cerrar el círculo, Porto Rey actuó como arquitecto y director de obra en varios de los edificios en cuestión.

Sucede que, pese a que los bloques de viviendas se levantaron, Porto no llegó a efectuar la cesión. Ello le permite demandar en el 2013 al Concello y exigir que le expropie por 1,6 millones de euros una franja de terreno que continúa figurando a su nombre en el registro de la propiedad. No lo ha conseguido, pero a cambio se llevará 200.000 euros.

La vía que ya nunca se abrirá

Con ser bastante, no termina ahí la cosa. Porto Rey redactó el Plan Especial de 1990, que mejoró aun más la edificabilidad que admitía el PXOM de 1986 y le añadió el equivalente a cuatro viviendas más (son 119 entre los cuatro bloques). Y, lo más trascendente para el interés público, al urbanizar la parcela en horizontal obvió la previsión de que se trazase un vial en cuesta para comunicar la plaza de la estación con San José y aliviar, así, el tráfico en Rosalía de Castro. Esa carretera nunca podrá construirse.