Atrapadas en la algarada de Burdeos

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

CEDIDA

La vilagarciana Sarela Neira y su amiga Paula Franco tuvieron unas vacaciones más agitadas de lo normal

11 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Era una escapada a Francia aprovechando el largo puente de la Constitución y resultaron ser unas vacaciones más ajetreadas de lo que la vilagarciana Sarela Neira y su amiga y compañera de viaje Paula Franco esperaban. Ajetreadas porque se encontraron de lleno en plena algarada, con los chalecos amarillos y la policía francesa convirtiendo Burdeos en un campo de batalla.

«Chegamos o venres -recuerda Sarela- e non pensabamos que iamos topar todo isto». Tras una primera noche en la que todo transcurrió con normalidad, el sábado por la mañana comenzaron a notar la presencia de chalecos amarillas en la plaza de la Bolsa, uno de los emblemas de la localidad francesa. No le dieron mayor importancia porque pensaban que el grueso de los problemas estaría en París. Se equivocaban.

Comenzaron a cerrar las calles

Alrededor de las cinco de la tarde algunas de las calles comenzaban a estar cerradas y tuvieron que cambiar la ruta que pensaban tomar. De repente, vieron como muchos turistas, tan desprevenidos como ellas, regresaban corriendo justo en la dirección en la que ellas venían. Empezó una lluvia de piedras y la carga de la policía justo en la calle en la que estaban. «Estabamos atrapadas. Lanzaron gases lacrimóxenos e comezaron a picarnos os ollos e o nariz», recuerda Sarela.

Encontraron refugio en una tienda, en la que ella pudo lavarse la cara para aliviar el picor, y allí estuvieron esperando acontecimientos, aguardando a que la algarada se calmase. «Estivemos unha hora sen saber que facer», apunta la arousana. Por fin, transcurrida esa eterna espera, la policía liberó una de las calles y ellas pudieron abandonar el lugar.

De noche, el ambiente se calmó. Los chalecos amarillos mantuvieron los cortes de tráfico, pero todo de una manera bastante más pacífica según Sarela. A pesar de todo, les advirtieron que no se acercaran demasiado a los lugares en los que estaban los manifestantes porque se estaban produciendo peleas entre ellos. «Había algúns máis tranquilos, pero outros eran delincuentes que ían con cascos e queimaron colectores de lixo, romperon escaparates e roubaron nas tendas», afirma.

No estaba la noche, en fin, como para andar de ronda. De hecho, ni siquiera pudieron tomar el tranvía, que ya no funcionaba. «Estaba todo cheo de barricadas. Ás doce da noite aínda estaban queimando cousas», recuerda la joven arousana.

El panorama que presentaba Burdeos al día siguiente era desolador. En realidad, como en buena parte de Francia. Según los datos que reveló el ministro de Interior, Christophe Castane, las fuerzas del orden llevaron a cabo 1.385 detenciones y hubo 118 manifestantes heridos, a los que hay que añadir 17 agentes de las fuerzas del orden. Varios de los incidentes más graves se produjeron precisamente en la ciudad en la que estaban Sarela y su amiga Paula. Las imágenes de cómo desvalijaban una tienda de Apple tras romper su escaparate dieron la vuelta al mundo a través de las redes sociales. Allí fue también donde uno de los manifestantes resultó herido de gravedad tras recoger con la mano una granada lacrimógena.

«Todo esnaquizado»

«O domingo estaba todo máis tranquilo, pero esnaquizado. Todo queimado e cos valos tirados por todos lados», recuerda Sarela. «Non pensabamos que fose haber xente tan agresiva», apunta la vilagarciana. De haberlo sabido, evidentemente, habrían tomado más precauciones. «Sabiamos que había revoltas, pero pensabamos que o núcleo estaría en París. Colapsaron a cidade», afirma.

-Pasastes medo?

«Un pouco si», reconoce Sarela, que apunta a los minutos que estuvieron inmersas en la zona cero, entre las piedras por un lado y los gases lacrimógenos por el otro, como los más angustiosos. Esos momentos en los que comenzaron a toser y en los que apenas podían ver porque les picaban los ojos. «E agora que facemos?, pensabamos», recuerda la vilagarciana. Afortunadamente, encontraron su particular refugio en aquella tienda.

Ahora, ya de vuelta en casa, han recuperado la tranquilidad, pero seguro que esa escapada a Burdeos del 2018 no se les olvidará en lo que les queda de vida.