Las camelias se quedan en el árbol

Bea Costa
Bea Costa VILAGARCÍA

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

El covid-19 también deja en el alero el calendario de exposiciones del 2021. En el mejor de los casos habrá pequeñas actividades con cultivadores locales

18 ene 2021 . Actualizado a las 23:09 h.

Las camelias empiezan a lucir en todo su esplendor y la mayoría caerán por su propio peso porque nadie las cortará. En circunstancias normales, con el nuevo año deberían celebrarse las primeras exposiciones en Galicia y, a partir de ahí, se sucederían a razón de casi todos los fines de semana hasta abril. Pero el covid-19 ha trastocado todos los planes y, por no haber, no se ha hecho ni calendario. Se irá improvisando en función de la evolución de la pandemia.

Hoy por hoy, el único inconveniente para no celebrar las exposiciones y concursos son los cierres perimetrales, que impiden la movilidad de los cultivadores de un municipio a otro. Sobran locales en los que se podrían montar los expositores con las oportunas medidas de seguridad en cuanto a aforos, distancias, ventilación y uso de mascarilla y de gel hidroalcohólico, o incluso se podría hacer a cielo abierto, pero para ello se necesita flor, y la materia prima está dispersa por jardines que no entienden de fronteras ni de decretos de la Xunta de Galicia.

Alguna asociación está sopesando la posibilidad de montar muestras solo con cultivadores locales, aunque no hay nada cerrado al respecto. La mayor preocupación ahora en la Sociedad Española de la Camelia se refiere al Concurso Exposición Internacional que se celebra anualmente de forma itinerante entre Vigo, Pontevedra y Vilagarcía, entre finales de febrero y principios de marzo. Este 2021 es el turno de la ciudad arousana, donde están buscando la fórmula para poder acoger este evento. De lo contrario, sería la primera vez en 57 años que no se celebra y el concurso dejaría de ocupar la posición como el más longevo sin interrupciones de cuantos se celebran en Europa.

Más allá de los ránkings y el prestigio, la exposición interesa también por una cuestión económica. El concurso internacional atrae a multitudes, españoles y extranjeros, lo cual contribuye a llenar hoteles, restaurantes y comercios allí donde se celebra. En torno a la flor de las Rías Baixas se mueve mucho dinero, pues no son pocos los negocios que han crecido al amparo del turismo, la cosmética e incluso la gastronomía asociada a esta planta. El ejemplo más claro es la Ruta da Camelia, que aglutina a una docena de jardines de la comunidad autónoma de los cuales la mayoría están en la provincia de Pontevedra.

Xunta y Diputación de Pontevedra hace años que han visto las posibilidades que ofrece este recurso y han apostado por él. El último paso ha sido la aprobación de la orden que regula la creación y funcionamiento del Comité da Camelia de Galicia, cuya finalidad es regular el procedimiento de incorporación, modificación y eliminación de jardines de la ruta. Esta figura permitirá que ,además de jardines, también los restaurantes, hoteles y otros establecimientos relacionados con la cultura de la camelia pasen a formar parte de este itinerario turístico. De este modo, bajo una misma marca, el visitante podrá encontrar una amplia oferta de patrimonio arquitectónico, cultural, gastronómico y enograstronómico, pues hay que tener en cuenta que la tierra de la camelia lo es también de los vinos Rías Baixas.El próximo objetivo de la sociedad española es seguir sumando en el selecto club de la excelencia internacional, del que Galicia participa con cinco hermosos jardines.

 A la espera del relevo generacional

A los ajenos a este mundillo no les deja de sorprender la cantidad de gente, de entusiasmo y sabiduría que se mueve alrededor de la flor. La Sociedad Española de la Camelia cuenta con unos cuatrocientos socios —algunos de ellos extranjeros—, pero son muchas más las personas vinculadas a esta joya de las Rías Baixas. Según explica la presidenta de la sociedad española, Carmen Salinero, se trata en su mayor parte de personas de más de cincuenta años que arrastran en su afición a niños y adolescente. «En las exposiciones se ven a muchas familias, de padres con hijos pequeños y de abuelos con nietos», comenta. Se echa en falta gente de entre veinte y cuarenta años, que, por lo visto, prefieren cultivar otras formas de ocio. Entre los aficionados hay un perfil amplio. Desde aquel que tiene unos pocas camelias en la huerta y se limita a verlas crecer y a presumir de ellas en el jarrón de su casa hasta los que buscan sin descanso las variedades más exóticas e invierten tiempo y dinero para conseguir la flor perfecta, la del primer premio en los concursos.

Las camelias más madrugadoras ya están aquí, aunque el frío de los últimos días ha retrasado la floración y mantienen más capullos cerrados de lo que es habitual en estas fechas. El confinamiento y la desescalada del 2020 no supusieron un lastre para el cultivo de esta flor, «no como en los viveros, la viña y la huerta, donde tuvieron muchos más problemas», apunta Salinero.

La temporada arranca en enero y se prolonga hasta mayo. De febrero a abril es cuando se puede disfrutar del mayor número de ejemplares y cuando los jardines reciben más visitas, si bien este 2021 serán muchas menos que en años anteriores debido a las restricciones del covid. Por flor no quedará porque la campaña se presenta bien en cuanto a cantidad y calidad y sería bueno que, a falta de exposiciones, alguien se encargara de cortarlas. «A la camelia le viene bien», abunda la experta. Rojas, blancas, rosas, amarillas... los parques pontevedreses ofrecen una gran paleta de colores gracias a esta flor procedente de Asia oriental, que se introdujo en Europa en el siglo XVIII y llegó a Galicia alrededor del 1800.