Cuando lo llames maricón

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

23 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pienso mucho en el ejército más temible que ha pisado la faz de la Tierra: el Sagrado Batallón de Tebas. Dirigido por Pelópidas y constituido por un cuerpo de élite de 300 hoplitas, en su primera batalla y estando en inferioridad numérica arrasaron a los invencibles espartanos, a los que volverían a batir en las batallas de Leuctra y Mantinea, dejando herida de muerte la supremacía militar de Esparta. Una lanza desalmada atravesó el enamorado pecho de Pelópidas en Tesalia, así murió también su amante. Sí, el Batallón estaba compuesto por 150 parejas de amantes. 150 homosexuales, maestro y discípulo, que multiplicaban su gallardía y arrojo para ser dignos ante los ojos de sus amados… o para salvarlos, ahí radicaba su fuerza. ¡Qué vida! Caminando países enteros con 27 kilos de equipamiento, matando a escudo y asta, amándose, acariciando el lomo de una crepuscular yegua de plata llamada Gloria y ensangrentando la urdimbre del telar con el que las Moiras tejen el destino.

Durante 40 años no conocieron la derrota. Hasta que fueron vencidos en la batalla de Queronea por Filipo II de Macedonia y su hijo, Alejandro Magno. Se conoce que Filipo pudo vencerlos porque en su juventud fue prisionero de los tebanos y allí aprendió sus tácticas militares, paradójico. Alejandro Magno exigió que se manifestara respeto a los caídos del Sagrado Batallón. Por eso, cuando alguien llama maricón a una persona, me encantaría ver cuánto duraría él entre los maricones de Tebas, ante los cuales el mejor conquistador de la historia antigua se mostró reverencial.