La superabundancia llena las huertas

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

El calor propicia una excepcional cosecha de manzanas y peras, al tiempo que favorece un crecimiento espectacular de productos como el calabacín o la berenjena

23 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En uno de los veranos más secos que se recuerdan, aunque convenientemente salpicado con jornadas de esa lluvia tan gallega que cala sin mojar, la cosecha hortícola de la comarca se ha multiplicado como si de magia se tratase, hasta el punto de que las ramas de perales y manzanos caen hasta el suelo, incapaces de aguantar el peso de sus propios frutos. Es tal la superabundancia que, en los mercados, el producto local desbanca al foráneo y a diferencia de lo ocurrido este invierno, en el que comer frutas o verduras se convirtió en un lujo, ahora los precios están al alcance de cualquiera. Y esta explosión natural provocada por el calor no acaba aquí, porque el tamaño de calabacines, berenjenas e incluso tomates alcanza cifras de récord Guinness.

Explica la cultivadora de Palmeira María Jesús Paz que tiene calabacines de 6,5 kilogramos de peso y berenjenas de 2,6. Asegura que la consecución de piezas tan excepcionales se debe, por una parte, «a las temperaturas, pero también a la fertilidad de la tierra». Posee una plantación ecológica y señala que la situación actual es muy buena «porque cuando no tengo cosecha propia tengo que comprarla». Precisamente, eso le ocurrió hace algo más de un año, cuando los árboles florecieron antes de tiempo, pero casi no dieron fruto.

Compradores foráneos

Ahora el problema es justo el contrario, ya que hay tal abundancia que, explica, la mayor parte de las ventas son para turistas: «A nivel local hay poco mercado, porque en la comarca la mayoría de los vecinos tienen a alguien que les da productos. Mis clientes son fundamentalmente extranjeros, belgas, franceses e ingleses, aunque también madrileños y vascos que pasan sus vacaciones en la zona».

Sin embargo, la superabundancia no se reparte por igual en todas las variedades. Unos cultivadores de kiwi rianxeiros comentan que, por ejemplo, no está creciendo demasiado «porque na primavera fixo demasiada calor e as plantas non purgaron ben».

La gran cantidad de mercancía disponible también ha favorecido que bajasen los precios, lo que propicia que el consumo de productos hortícolas haya experimentado un repunte. Por ejemplo, una placera señala que vende el tomate más pequeño a un euro y, el de mayor tamaño, a dos. Cuando se le pregunta por el valor de ese mismo artículo el pasado año, explica que no bajaba de los 2,60. Lo mismo sucede con la berenjena, de la que pueden comprarse piezas de un tamaño sobresaliente a dos euros, mientras que en temporadas precedentes se comercializaba a tres o a más.

Hasta las habas, comenta la tendera ribeirense Mila Martínez, están muy bien de precio. En su puesto, el kilo sale a tres euros, mientras que hace un año su coste era de cuatro o incluso superior.