Una celebración con sabor agridulce

Á. Sevilla / j. M. Sande RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

El conflicto catalán motivó que la Guardia Civil limitase los actos de la patrona a los ritos religiosos

13 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La celebración de Pilar del 2017 se recordará durante años. Lo hará porque, en esta ocasión, la fecha marcada con cariño por el cuerpo de la Guardia Civil para homenajear a su patrona tuvo un sabor agridulce. Mandos y agentes, con un ojo puesto en la situación que viven los compañeros que están destinados en Cataluña, decidieron limitar los actos a las ceremonias religiosas. El vino español que cada año comparten agentes y vecinos de la comarca, y que sirve para recordar las anécdotas de los últimos meses, tendrá que esperar a otra ocasión.

A pesar de que el conflicto catalán nubló la festividad, los miembros del instituto armado pudieron comprobar que la sociedad barbanzana sigue abrazándolos. En Noia, Boiro, Muros, Outes, Porto do Son y Ribeira, los vecinos acudieron para desearles la mejor de las suertes en un trabajo a veces ingrato, pero que esconde muchas historias dignas de héroes de carne y hueso. Fue en la iglesia boirense de Santa Baia donde se vivió uno de los momentos más aplaudidos y emotivos de todas las celebraciones que hubo en la comarca.

En la memoria

Desde el atrio del templo se recordó la figura de dos agentes que fallecieron durante este año: Daniel Pérez y Juan Carlos Mariño Romero, destinados en el cuartel boirense y en el puesto pobrense, respectivamente. La ceremonia de homenaje, una de las más sentidas de la mañana, continuó con la ofrenda de una corona a la Virgen, mientras el coro embelesaba con su canto a todos los asistentes.

La cita congregó a los agentes vecinos de los puestos de Rianxo y A Pobra, así como a representantes políticos e institucionales. Al igual que en Noia, no faltó tampoco la presencia de los militares del EVA-10, de la Policía Local, de Protección Civil y de Guardacostas.

Una vez concluida la eucaristía, a las puertas de la iglesia, todos los presentes compartieron abrazos, sonrisas, recuerdos y anécdotas. Hubo hueco también para fotos de familia, además de otras imágenes entre viejos conocidos que volvían a verse las caras tiempo después. A pesar del sabor agridulce de este día del Pilar, la Virgen se merecía este momento de tregua.