Un olivo y una placa guardan la memoria de Miguel Francesch

Ramón Ares Noal
X. NOAL RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Emotivo homenaje al vecino de Castiñeiras que falleció en el incendio de un barco en Mozambique

13 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que a primeros de mes, Ribeira y particularmente Castiñeiras se tiñeran de luto por el trágico fallecimiento de Miguel Francesch Pazos, de 34 años de edad, en el incendio del barco en el que estaba trabajando en Mozambique, las muestras de cariño y reconocimiento hacia su persona fueron constantes al tratarse de un hombre que, ya desde niño, se caracterizó por su carácter distendido y su vinculación con movimientos sociales como la Dorna, el club motociclista Reventapistóns y otros. Por eso se esperaban sus restos para, en un homenaje, poner de relieve el cariño de su familia, sus amigos y sus vecinos.

Ayer, un día después de que llegaran sus cenizas, un emotivo acto dejó constancia de ese afecto en una zona ajardinada en la que se plantó un olivo a cuyo pie puede leerse una placa con la frase: «Árbore de Miguel».

Desde ese punto, situado entre la entrada al muelle y los vestigios de la antigua salazonera, se divisa Castiñeiras y su playa, la zona portuaria, la entrada a la ría, pero tiene componentes especiales que atañen a la vida de Miquel, como dejó constancia un familiar en la lectura de unas letras.

Foto en las motos

Previamente al homenaje, a las puertas de la vivienda familiar de Miguel Francesch esperaban decenas de personas para arropar a la familia en tan duro trance, entre las que se encontraban integrantes de colectivos de los que formaba parte, entre ellos, una treintena de pilotos que en sus motos llevaban una foto del infortunado Miguel Francesch en el Castro da Cidá observando el parque natural de Corrubedo.

Un familiar dio lectura a un emotivo escrito en el que señaló que su memoria queda para siempre «en tu rincón, en tu refugio, en tu querido pueblo, en Castiñeiras. Lugar testigo de tus primeros pasos, testigo de infinitas tardes de juego, y el lugar donde encontrabas paz y sosiego. Lugar lleno de alegrías y emociones. Lugar que sin duda comparte con nosotros el orgullo de haber sido aquí donde te convertiste en la persona tan especial y carismática que eres. Una persona llena de energía y corazón, de nobleza y honestidad, y una de esas personas extraordinarias que siempre anteponen el tú a al yo, y es precisamente en este lugar donde seguirás viviendo entre nosotros, Miguel, porque en cada puesta de sol, en cada tarde de risas, en cada partido de tu querido Real Madrid, en cada momento que te recordemos, vivirás de nuevo en nuestros corazones. No es un adiós, no es una despedida, es un hasta luego compañero. Así que prepara la bici, pon a punto la moto y acicala a Chelsie porque pronto volveremos de paseo».

Rosas blancas depositadas una a una, un ramo de flores y un dibujo de Miguel Francesch completaron el homenaje.