La población extranjera repunta y ya hay residentes de 49 nacionalidades

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Europa, Marruecos y Sudamérica continúan siendo los principales puntos de origen

24 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras el bum de hace una década, que motivó la llegada de numerosos inmigrantes, la mayoría procedentes de Sudamérica y Marruecos, y la posterior marcha de muchos de estos nuevos vecinos debido a la crisis, puede decirse que ahora la comarca cuenta con una población extranjera afianzada e, incluso, que repunta, pero de una forma más equilibrada que antaño. Barbanza se ha convertido en una auténtica torre de Babel, con residentes de hasta 49 nacionalidades.

El principal foco de atracción y el lugar en el que se congregan mayor número de ciudadanos de los más diversos países es Ribeira. Actualmente están empadronados 1.001 vecinos, llegados desde lugares tan próximos como Portugal y tan lejanos como China. En la capital barbanzana han establecido su residencia indonesios, pakistaníes, canadienses y hasta neozelandeses. Incluso hay algún habitante procedente de Israel.

Menor es la cifra del segundo municipio de referencia a este nivel, Boiro, con 380 inscritos, o la de Noia, que ocupa el tercer lugar en la comarca con 284, una docena más que hace seis años.

Trámites de nacionalidad

Según explican profesionales de los departamentos de Servizos Sociais, incluso se están registrando bastantes solicitudes de obtención de la nacionalidad.

Se trata de residentes procedentes del extranjero que ya han echado raíces en la zona.

«Llegué a Ribeira con 150 euros y con el miedo a que me repatriaran de nuevo a Chile»

Con 42 años, Juan Enrique cogió la maleta para, afirma, «jugármela por mi familia». Natural de Chile, era director en una mutua de seguros y tenía una posición acomodada. Su mujer, Jessica del Pilar Ruiz, diseñadora gráfica, dejó de trabajar cuando nació su primera hija para dedicarse a su educación. Sin embargo, en el 2004 Juan se quedó en el paro y, ante la falta de perspectivas, decidió que había que explorar nuevos horizontes. Tenía 43 años y tres hijas: «Un pariente me dijo que un tío suyo estaba en Galicia y que le comentó que había trabajo». Ambos salieron sin empleo en España y sin papeles: «Llegué a Ribeira con 150 euros y con el miedo a que me repatriaran de nuevo a Chile».

En su país, Figueroa siempre había trabajado detrás de un escritorio y con corbata, pero ahora tocaba hacerlo con las manos. En la lonja consiguió su primera ocupación, pero también ha sido peón en la construcción, comercial de una compañía de gas y, en la actualidad, camarero.

Durante más de año y medio permaneció solo en Ribeira, ahorrando al máximo para enviar dinero a su país y que su familia pudiera comprar los pasajes de avión, pese a que él seguía en situación irregular: «El conocido como perdonazo de Zapatero para los inmigrantes me permitió regularizar mi situación».

La familia es una piña y aunque su mujer afirma que «empezamos desde abajo y no hemos subido mucho», asegura sentirse contenta: «Aunque sea poco, no cambio lo que tengo por volver».

Del retorno al país de origen a causa de la crisis se ha pasado a las reagrupaciones familiares en la zona

Una de las técnicas del programa de inmigración de Ribeira, María José Carreira, explica que la situación ha dado un vuelco: «Hace cinco años hubo una estampida, pero ahora las reagrupaciones familiares están en alza».

Su afirmación la corroboran responsables de otros departamentos de Servizos Sociais, como en Boiro, donde explican que el pasado año no tramitaron ningún retorno voluntario y, sin embargo, sí ocho solicitudes de reagrupación y arraigo. Esta tendencia también se manifiesta en municipios como O Son o Rianxo.

Sin embargo, para un inmigrante no resulta sencillo juntarse de nuevo con sus seres queridos. Además de contar con un trabajo estable y de tener una vivienda adecuada, debe acreditar unos ingreso que le permitan su manutención. La cuantía se calcula tomando como referencia la renta mínima y en función del número de integrantes de la unidad familiar.

Para facilitar el proceso, a veces se trae primero a los hijos más próximos o que son mayores de edad, porque así pueden contribuir económicamente.