Ventanas

Maxi Olariaga LA MARAÑA

BARBANZA

17 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Asomamos a la luz del mundo por una ventana y por una ventana se va nuestra vida en pos de las inalcanzables nubes que vuelan con las golondrinas hacia el sur. Nos pasamos la vida viendo pasar bajo nuestra ventana la historia y a través de sus cristales helados, cuando la lluvia arrecia, comprobamos como las lágrimas de Dios y de sus ángeles lo inundan todo, regando con su amargura líquida los campos yermos en que hemos convertido nuestras almas.

Huyendo del incendio que en las calles explosiona bajo nuestros pies, nos guarecemos cada quien tras su ventana y, ocultos tras los visillos de la abuela, nos apartamos del bien y del mal que conviven ahí fuera donde la humanidad viaja con su ventana al hombro. Es el miedo, el miedo oscuro que nos aparta de quien nos quiere y de quien nos odia. Es el miedo. Una ventana desvencijada tras la que ocultamos nuestras manías y nuestras neuras. Pero no es tan fácil huir de la garra de acero con la que la bestia amenaza nuestra debilidad. Cada vez con más frecuencia, de reojo, nos miramos los unos a los otros como enemigos y violentamente cerramos el visillo protector.

La ventana, aquella desde la que hace ya mucho, mucho tiempo, veíamos pasar a nuestro amor primero camino de la frutería con su cestita de mimbre y aquella luz dorada que se encendía a su paso, se ha convertido en escombro y hoy no es más que un cadalso en el que seremos ejecutados cualquier amanecer futuro. Los dueños del mundo nos han regalado una ventana nueva y por ella, en colorines y atropellados, invaden nuestra casa, se quedan a cenar y husmean bajo las camas despojándonos de la intimidad amada. Han asesinado la luz.