¿Por qué siempre es mejor lo de fuera?

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo CRÓNICA

BARBANZA

19 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Existe un problema generalizado entre muchos habitantes de la comarca de Barbanza que valoran más lo que tienen los otros que lo propio. Viene esto a cuento porque en el mes de marzo se abrirá el plazo de inscripción para el próximo curso académico, y los padres ya andan medio locos buscando aquellos colegios donde sus hijos reciban la mejor formación, «estén más controlados», y donde puedan estar atendidos la mayor parte del día, es decir, de siete de la mañana a siete de la tarde.

No tengo nada en contra de los centros concertados, pero soy partidaria de la educación pública y creo que, con sus más y con sus menos, no tiene nada que envidiarle a la privada en calidad educativa. De hecho, tengo compañeros que han trabajado en la Nasa, en el Financial Times o los mejores despachos de abogados de España y salieron de las aulas del instituto pobrense para luego estudiar en universidades financiadas por la Xunta.

Por todo esto, sigo sin entender cuando alguien se plantea mandar a su hijo a un centro concertado de fuera de su concello, con todo lo que eso implica: levantarlo una o dos horas antes, para luego chuparse más de 30 minutos de autobús a la ida y otro tanto a la vuelta. Hay quien también justifica la decisión de optar por la privada diciendo que su horario laboral es incompatible con poder llevar por la mañana o ir a recoger por la tarde a los chavales, una excusa que hace aguas por todas partes, puesto que la gran mayoría de los colegios de la comarca disponen del servicio Madrugadores desde las siete de la mañana, ofrecen comedor y actividades extraescolares que se extienden hasta las siete de la tarde.

Otra de las razones que se suelen esgrimir es que en los colegios concertados los tienen más controlados y así los chiquillos no se desmadran. Hoy en día en todos los colegios y, principalmente en casi todos los institutos, se tiene mucho control de los alumnos, sobre todo de aquellos que son más pequeños, ya sea a través de herramientas informáticas y aplicaciones compartidas con los progenitores o de determinados programas de apadrinamiento por parte de estudiantes más mayores. Y siempre estará el recurso de toda la vida, el de reunirse con los tutores y preguntarle cómo va el chiquillo.

Lo que está claro es que en los distintos municipios existen colegios públicos muy válidos y que ofrecen la mejor formación a los alumnos, y otra cosa que también es muy importante: allí están sus amigos de toda la vida, los del barrio, los del equipo de fútbol... Porque lo que está claro es que un niño que se va a estudiar fuera de su pueblo pierde el contacto con la gente de su edad y acaba siendo un verdadero extraño.