Vecinos del núcleo de Ourille llevan un mes de apagón telefónico

Ana Gerpe Varela
A. gErpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

En la casa de Mónica Suárez viven dos septuagenarios a los que manejar un móvil les resulta complicado

22 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los móviles lo han eclipsado todo, hasta a los ordenadores de sobremesa, pero incluso en este mundo de la alta tecnología todavía hay quien necesita un teléfono analógico. Lo saben bien en casa de la vecina de Rianxo Mónica Suárez, donde residen, además de ella y su marido, sus suegros, de 75 y 78 años, que se quedan solos mientras el matrimonio está trabajando y que, además, durante un par de horas diarias están a cargo de su nieto de 11 meses. Por todas estas razones, el apagón telefónico que desde hace un mes sufre la familia le parece «unha tomadura de pelo».

Junto a ellos, otros vecinos del lugar de Ourille, a tres kilómetros del núcleo urbano de Taragoña, también están sin línea y desconocen si van a continuar igual hasta final de año o si continuarán en el 2020 con un aparato insonoro.

Explica Mónica Suárez que sus suegros «non se defenden co móbil. Se pasa algo, como me chaman?». Además, el padre de su marido camina con muletas y está pendiente de revisiones en el hospital: «O meu home tivo que modificar os datos para poñer o seu número de celular, porque se chaman non o sabemos».

Los primeros avisos de que el servicio flojeaba llegaron en septiembre: «Uns días ía e outros non, aínda que daba igual que che chamaran porque cando descolgas o único que escoitas é un ruído fortísimo». Ya entonces, en casa de Mónica Suárez pusieron la primera reclamación a la compañía telefónica: «Respondéronnos que fixeran unha revisión e que a queixa non tiña obxecto».

Reclamaciones constantes

En octubre, el funcionamiento intermitente del aparato fue reemplazado por el silencio absoluto. Ya nunca más ha vuelto a sonar el teléfono analógico. Desde entonces, varias veces cada semana, el marido de Mónica Suárez llama a la compañía para recordarles que el apagón continúa «e os recibos seguímolos pagando, pese a que nos dixeron que non teríamos que facelo».

No puede decirse que sus reclamaciones sean desatendidas, hasta Ourille se ha desplazado en varias ocasiones durante este tiempo el mismo técnico: «Explica que a liña está en malas condicións e que debe cambiarse», comenta Mónica Suárez. Así que el técnico va y viene, pero los teléfonos no suenan.

Junto a la casa de Suárez está la de Lorena Piñeiro, que también tiene un historial de reclamaciones a sus espaldas para que se restablezca el servicio telefónico.

A ellos se suma la casa de Luis, que vive enfrente y que también ha notificado la incidencia a la empresa suministradora.

Internet también falla

Si el teléfono está mudo, Internet sufre importantes oscilaciones. Comenta Mónica Suárez que «uns días vai e outros non. Tampouco é moita cousa».

Las oscilaciones en las conexiones web, precisa Mónica Suárez, afectan de manera especial a la mujer de Luis: «Que ten a oficina na casa e traballa dende alí».

Los afectados están cansados de llamar a la compañía y ver que su problema persiste. Por eso, Suárez ha decidido dar un paso más: «Pedín cita no servizo de atención ao consumidor para poñer unha queixa. Non hai maneira de que nos arranxen o teléfono e isto non pode seguir así. Non sei cal é o problema, o que quero é unha solución».