Loida Fernández: La payasa que alegra la cuarentena

María Xosé Blanco Giráldez
M. X. Blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

cedida

Sus cuentos sobre el coronavirus arrasan en Internet y recibe peticiones hasta del otro lado del charco para el envío de vídeos con felicitaciones de cumpleaños

27 abr 2020 . Actualizado a las 18:05 h.

La situación actual es tan inesperada y dramática que se agradece la existencia de personas que no pierden la sonrisa, que se levantan cada mañana cargadas de energía y dispuestas a contagiar su ilusión. Como no puede entretener de forma presencial, como lo viene haciendo desde hace más de dos décadas, Loida Fernández utiliza la redes sociales para alegrar el confinamiento a los más pequeños de la casa y ha conseguido conquistar también a un buen puñado de adultos. Tiene a sus marionetas como aliadas, pero su principal arma es la capacidad para inventar cuentos. Incluso se ha brindado a enviar, en forma de vídeos, felicitaciones personalizadas de cumpleaños y le han llegado peticiones desde el otro lado del Atlántico.

Loida Fernández tuvo claro desde joven que quería ser payasa. En su época no había los recursos de hoy en día, así que se formó entre la escuela de teatro de Ribeira y un curso que la convirtió en monitora de tiempo libre. Creó un personaje, Troskita, y lo caracterizó con ropa y complementos que ella misma confeccionó. Y ya nunca dejó de repartir alegría e ilusión. Lleva 23 años en el mundo de la animación, orgullosa de recibir los aplausos de los espectadores más exigentes, los niños.

El confinamiento la cogió con la agenda repleta. Imparte clases de teatro a unos 80 chiquillos repartidos en tres grupos: uno de Asados y dos pertenecientes a los colegios pobrenses de Cadreche y Bandaseca. Con estos dos últimos incluso se lanzó al audiovisual y con éxito, pues ganaron sendos premios en la última edición del certamen Alberto Romero. Además, anima cumpleaños y todo tipo de fiestas infantiles, al tiempo que desarrolla un sinfín de actividades para el Ayuntamiento pobrense. De hecho, estaba impartiendo sesiones de relatos en materia de igualdad cuando se decretó el encierro.

Salto a la Red

Desde el primer momento tuvo claro que no podía permanecer de brazos cruzados. Pensó en todos los niños que se quedarían sin fiestas de cumpleaños y decidió contribuir a aliviar su pena, brindándose a enviarles felicitaciones personalizadas mediante vídeos. El primer día tuvo que hacer una veintena y ahora tiene encargos hasta finales de mes, algunos llegados incluso desde Estados Unidos: «Son pequeños vídeos con un cuento o con mis marionetas, en los que incluyo datos de los niños. No quiero hacer algo genérico, sino llegar al corazón de los chiquillos y lograr que realmente se sientan protagonistas de su día». Se emociona con las reacciones que recibe de los destinatarios y esa es para ella la mejor de las recompensas.

Troskita no pudo contener las lágrimas con la petición más especial que recibió hasta el momento: «Una señora me pidió un vídeo para su padre, que está enfermo y triste debido a una enfermedad. Le preparé una grabación con una parte de humor y un mensaje de ánimo que le gustó mucho».

Y es que Loida Fernández también logra sembrar alegría e ilusión entre los adultos. Su exitoso cuento sobre el coronavirus no entiende de edades. Es una adaptación de un relato que había creado con anterioridad sobre un rey que perdió su corona, en el que la narración se completa con papiroflexia: «Lo hice para difundir entre mis alumnos de teatro, pero acabó en Internet y tiene más de 10.000 reproducciones. Tuve que hacer una versión en castellano porque me lo pidieron desde Latinoamérica».

También su marioneta preferida, Dentelludo, se ha lanzado a la Red para ofrecer a los niños una serie de recomendaciones que deben seguir para prevenir contagios. El vídeo incluso se está utilizando en diversas plataformas educativas.

La ribeirense admite que desde que empezó la cuarentena es Troskita desde la mañana hasta la noche, pero no le importa, al contrario: «Estoy muy agradecida porque para mí es un privilegio poder hacer algo útil. Además, no hay nada mejor que trabajar con niños, porque es una labor que te llena de energía y de ilusión».