Confi sigue la estela de Gaspar, el delfín que sedujo a los barbanzanos

Ana Lorenzo Fernández
ana lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

SIMÓN BALVÍS

En el 2008 fue avistado por primera vez en la zona, donde protagonizó numerosos encuentros con bañistas y buzos

17 sep 2020 . Actualizado a las 19:52 h.

Antes de que Confi -o Manoliño- apareciera nadando en aguas de la comarca buscando el afecto de bañistas y buzos, hubo otro arroaz que sedujo a los barbanzanos con sus juegos y travesuras. Lo habían bautizado como Gaspar, porque una de las primeras veces en las que fue visto a comienzos del año 2008 coincidió con la festividad de Reyes, y se decidió que llevara el nombre de uno de los tres magos de Oriente. Este delfín mular macho -de más de tres metros de largo y 400 kilos de peso- procedía de la Bretaña francesa, «pero se fartou da xente de alí e se veu para aquí», recuerda Alfredo López, biólogo de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma).

Explica que cuando llegó a aguas francesas, el animal había sido muy bien recibido, porque se dejaba querer por los bañistas y se convirtió en el centro de atención. Sin embargo, pronto comenzó a hacer de las suyas y se volvió un auténtico problema para las autoridades. Uno de los destrozos más sonados fue cuando enrolló varios cabos de barcos y al salir una de las embarcaciones acabó arrastrando al resto, o cuando se hacía el ahogado enganchando su cola con una cuerda para que se tiraran al mar a salvarlo. «Ao final converteuse nun estorbo e quixeron matalo a bombazos, así que veu para España e estivo tres anos nadando entre Avilés e Aveiro, en Portugal», explica el biólogo.

Brazo roto

Al igual que había ocurrido en Francia, también aquí comenzó siendo un simpático animal al que le gustaba divertirse en compañía de los bañistas, se entretenía con los buzos o surcaba el agua a la par de los regatistas. Pero lo que empezó siendo un juego, acabó como el rosario de la aurora.

De hecho, llegó a romper el brazo de un hombre que decidió meterse en el agua para nadar con Gaspar, y también tuvo problemas con varios buceadores que trabajaban para los astilleros del puerto de Vigo y a los que incomodaba con su presencia.

Alfredo López insiste en que se trata de animales con los que no se debe interactuar, y aunque busquen el contacto humano siempre es preferible no tocarlos, porque al final estos acercamientos acaban teniendo consecuencias. «Son delfíns de dous metros de longo e de 200 ou 300 quilos de peso, e cun golpe poden romperlle un brazo ou unha perna a alguén. Eles pensan que os que xogan con eles son outros golfiños coma eles. Está claro que esas situacións sempre son causadas por unha consecuencia humana», insiste.

Después de pasar largas temporadas en esta zona, Gaspar también se cansó y decidió moverse, posiblemente a la zona de las islas Azores, donde se avistó un arroaz que coincidía con su descripción. Aunque algunos dijeron que el comportamiento de este delfín solitario podría deberse a que fue adiestrado por los militares de Estados Unidos, el biólogo del Cemma niega esta versión, puesto que son animales que aprenden muy rápidamente y no por ello tuvieron que ser enseñados.

Peligro

Al igual que Gaspar, Confi se ha convertido en un auténtico reclamo para los usuarios de las playas de Carnota, Noia, Muros y Porto do Son, ya que busca en los humanos la compañía que no le ha dado su especie. Sin embargo, Alfredo López insiste en que no se debe tener ningún contacto con ellos, puesto que además de provocar posibles accidentes con consecuencias graves, también se pone en peligro al animal.

«Só coas unllas das mans dos humanos pode acabarse en dous días coa súa pel ou contaxiarlle algunha enfermidade», apunta.