Gol de Morata

Carlos Portolés
Carlos Portolés RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Juanjo Martin | EFE

05 dic 2022 . Actualizado a las 10:46 h.

Cuando llega el Mundial, aflora en cada español un pequeño seleccionador. Cómo será la cosa que hasta en esta comarca marinera, tan lejana de las dunas pardas de Catar, es imposible sentarse en un bar y no escuchar de refilón alguna opinión rotunda sobre Asensio, Soler, Ansu Fati, o cualquiera de los muchachos de la camiseta colorada.

El otro día, atravesaba la plaza del Concello cuando oí a mi espalda un leve murmullo airado. Eran tres ancianos que discutían acaloradamente, sentados muy rotundos y requetedignos en su banco, sobre la cuestión de Morata —que en estas semanas es mucho más importante que la cuestión nacional o cualquier otro politiqueo cansino—. Al día siguiente, fui a pedir un café mañanero a mi bar de confianza y un señor canoso, experto de hace un rato, defendía con la pasión vehemente de un profeta en tierra santa que «Asensio es el que tiene que jugar en punta».

Desconozco si los pueblos franceses o portugueses estarán estas semanas tan llenos de catedráticos del gol como los españoles. Pero quiero pensar que sí. Que es algo universal. En una época en la que parece que cada átomo de este maldito y loco mundo está revolviéndose con violencia, hay algo a lo que agarrarse.

A lo mejor no pasamos de octavos. O a lo mejor llegamos a la final y la perdemos. O a lo mejor Luis Enrique acaba convertido en jefe del estado plenipotenciario tras conquistar la segunda copa del mundo. Todo puede pasar, menos que gane Alemania —que ya es algo—. Así es la vida y así es el fútbol. Hasta el más ansufatista del reino se desgañita cantando los goles de Morata. Los principios son para el prepartido.