El abandono de perros se dispara, con una media de dos al día en verano

MUROS

MARCOS CREO

Grupos como el GES de Muros y Protección Civil de Porto do Son se ven sobrepasados para dar respuesta a este problema

09 ago 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

Siempre ha sido un gran problema, pero, desde el inicio de la temporada estival, no ha hecho más que agravarse. A pesar de la lucha de los colectivos animalistas, el abandono de perros en Barbanza sigue creciendo sin encontrar techo. Durante el mes de julio, la cifra superó los 60 ejemplares, lo que equivale a una media de dos canes dejados en la calle al día. Esta situación, que trae de cabeza a las protectoras, comienza a afectar a servicios municipales, como son el GES de Muros o Protección Civil de Porto do Son, que se ven sobrepasados por esta situación.

«Entre todo non damos abasto. É un problema que temos todos os veráns, pero este ano percibimos que está pasando máis ca nunca», apunta el jefe del GES de Muros, Ramón Lago, Javecho, que indica que durante el mes de julio recogieron 15 perros. «Temos algún caso no que se trata dun extravío e, en canto subimos fotos do animal ás redes sociais conseguimos encontrar ao dono ao momento. Non obstante, o 99% dos cans que atopamos foron abandonados e carecen de chip».

A pesar de que el GES cuenta con la colaboración de la asociación Anajata, hay ocasiones en las que esta no dispone de casas de acogida, por lo que los animales permanecen en la base hasta que se les encuentra un hueco. «Non é sinxelo, xa que o espazo que temos é reducido. Por sorte, polo momento, con maior ou menor tardanza, estamos conseguindo casa para os animais».

Mismo problema

En Protección Civil de Porto do Son tienen el mismo problema que en Muros. En lo que va de verano ya han recogido cinco canes y han conseguido encontrarle un nuevo hogar a un par de ellos, mientras que otro fue reclamado por su dueño. Sin embargo, los voluntarios reconocen que está siendo muy difícil dar salida a los otros dos, por lo que seguramente terminarán en la perrera, al no contar con espacio suficiente para mantenerlos de manera indefinida en la base.

En la perrera de Ribeira, la única que existe en la comarca, el problema se mantiene. Desde el inicio del período estival, más de 30 canes han entrado en la instalación. Se les ha encontrado familia de acogida a la mayoría, lo que ha permitido que la situación no se desborde. La voluntaria de la instalación Mari Carmen Campaña, quien se encarga de gestionar las adopciones, reconoce que la «situación se descontrola en el estío, pero este es una auténtica locura. Por suerte, hemos sacado a más de 30».

La protectora Moura es otra entidad que está muy activa este verano. En una jornada, rescataron una camada de ocho cachorros de pit bull, lo que pone en evidencia la gravedad del problema que se está viviendo actualmente en la zona. En total, la cifra de animales que recibieron en la asociación también ha superado la docena.

Sara Outeiral: «Forma parte da miña familia, eu non o chamaría mascota»

Conocedora de los sacrificios que realizan las voluntarias de Moura, Sara Outeiral decidió adoptar uno de los perros rescatados por la protectora. «Coa cantidade de cans que hai abandonados tiña claro que non debía comprar un. Agora xa non existe esa necesidade». Fue así como Lenin entró en su casa. «Forma parte da miña familia, eu non o chamaría mascota. Por unha enfermidade preciso camiñar e el axúdame a levalo moito mellor», confiesa.

Sobre la gente que necesita comprar un ejemplar con pedigrí, la pobrense confiesa que «é todo postureo. O cariño e a compañía que che vai a dar é a mesma». Además de Lenin, comparte hogar con tres gatos, uno de ellos también adoptado. Sobre la plaga de abandonos que se produce en la comarca durante la temporada estival, reconoce que «hai que ter máis conciencia. Non son simples adornos, son unha responsabilidade. Cando son pequenos tes que ensinalos, vacinalos, e hai xente que non espera esa carga de traballo».

Outeiral califica la labor que realizan en Moura de «incrible, conseguiron o sacrificio cero na Pobra e loitan moitísimo por levar adiante as súas campañas, a pesar de que non teñen compensación económica». Sin embargo, reconoce que «desde a miña perspectiva animalista creo que a negación do centro de recollida foi un erro, tendo en conta que era algo ben visto por asociacións e profesionais».