El mar de Muros como musa artística

Celia Riande García
celia riande RIBEIRA / LA VOZ

MUROS

Amalia Costa posa junto a dos de sus obras
Amalia Costa posa junto a dos de sus obras Cedida

La artista expone su última colección, «Salitre», en la madrileña Casa de Galicia

30 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchas veces, lo que uno tiene a la vuelta de la esquina no se valora como es debido. Lo cotidiano se da por sentado, aunque sea un auténtico tesoro. Sin embargo, siempre están los que, al tener que alejarse de su tierra natal o de los elementos que caracterizaron sus infancias, empiezan a echar en falta todo aquello a lo que, en otros momentos de la vida, no le daban demasiada importancia.

En el caso de Amalia Costa, pintora, el mar muradano que figuraba en el fondo de todos sus recuerdos más tempranos sería, conforme fue creciendo, la mayor fuente de inspiración a la hora de llevar a cabo sus obras, que encajan en el estilo impresionista y que tienen al escenario marino como musa.

Ahora, la artista barbanzana expone sus obras en la Casa de Galicia, en Madrid, enmarcadas en una colección llamada Salitre que, como ya es habitual en la obra de Costa, tiene el mar de Muros como protagonista.

«Fue mi exposición más arriesgada. Salí del territorio gallego por primera vez porque me dieron la oportunidad de mostrar allí mi obra. Me asustó un poco el transporte de los cuadros, por si se dañaban, pero teníamos el reto de acercar el mar gallego a Madrid, una pretensión bastante ambiciosa». Así explica Amalia Costa Salitre, una exposición que se encuentra en sus últimos días y que ha tenido, reconoce la autora, resultados muy satisfactorios: «El director de la Casa de Galicia no pudo estar presente en la inauguración pero, según vio la colección, se enamoró de un cuadro y lo compró, y eso es el mejor piropo. Hay mucha gente a la que no le gusta mi obra, dicen que mi pintura está puesta del revés, pero decora muchas casas importantes».

En cuanto a su estilo, la muradana se define a sí misma como expresionista, una rama que, admite Costa, se debe a la falta de técnica en sus comienzos: «Como no tenía manejo con los pinceles, lo que buscaba era que la pintura corriese. Sin embargo, lo que yo estaba haciendo ya existía desde hace muchos años por todo el mundo bajo el nombre de expresionismo».

Pasión heredada

Pese a que Amalia Costa haya aprendido ella sola, lo cierto es que su inclinación artística procede de su familia, más concretamente de su progenitor: «Es totalmente una pasión heredada. Mi padre sí se formó, pero su afición a la pintura, que tuvo desde la infancia, venía también desde niño, y su tía abuela se manejaba con los óleos desde principios de los años veinte. A él le gustaban los paisajes costumbristas, pero yo tiro más hacia la abstracción».

En cuanto a los comienzos de Amalia en el arte, lo cierto es que fue la vida la que la llevaría a descubrir la pintura como vía de escape. Sería un accidente de tráfico el factor que la alejaría de su puesto laboral, incapacitándola y descubriendo un nuevo mundo: «Había participado en algún certamen en la universidad y alguna colección colectiva, pero mi dedicación a la pintura deriva de un accidente de tráfico que tuve. Era funcionaria, y este hecho me llevó a volcarme en mi arte».

Evolución como artista

Desde entonces, Amalia Costa ha ido desarrollando su faceta como pintora a lo largo de los años y sus distintas colecciones de obras, aunque la muradana duda a la hora de señalar su camino como un progreso: «Considero que mi evolución es más en color que en técnica, pero tengo obras que, a lo mejor, hoy sería totalmente incapaz de reproducir. Me influyen muchísimo las condiciones externas a la pintura, el tiempo, la estación, y mi momento personal, además de no tener una técnica profesional en la que haya ido avanzando».

Sobre cómo es el mar que inspira a Costa, la artista admite que su infancia tiene un papel clave: «De pequeña vivía muy próxima al puerto y esa necesidad de transmitir viene de los recuerdos de aquellos años. El mar que reflejo no es exótico; es cercano, cotidiano, y nada profundo. Mi inspiración está en las pozas, en la bajamar, en la dársena del puerto, debido al miedo que yo tengo a nadar, quizás», reconoce entre risas la artista.