Mari León Caamaño: Mujer, madre y marinera de la flota de cerco

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco REDACCIÓN / LA VOZ

PORTO DO SON

marcos creo

Combate el machismo con trabajo y una buena dosis de mal genio: «Contéstolle a quen faga falta»

17 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Estudió sendos ciclos de restauración y administración y finanzas, pero Mari León Caamaño (Porto do Son, 1987) acabó siguiendo la tradición familiar para desempeñar un trabajo muy distinto. Cambió la tierra por el mar para enrolarse en un mundo de hombres en el que se hace valer gracias a su fuerte carácter, sus ganas de trabajar y, según reconoce, la estrecha relación con el armador y patrón, que no es otro que su padre. No duda al afirmar que es un sector en el que todavía hay mucho machismo, pero ella ha conseguido hacerse un hueco y asegura que el esfuerzo vale la pena. Y eso que llegó al León do Mar, el cerquero de su familia, casi por casualidad.

Y es que, la profesión que realmente despertaba el interés de Mari era la hostelería. De hecho, llegó a ejercer de camarera, pero dejó la barra cuando su hija cumplió un año: «Polo horario, perdía de estar con ela». Probó en una oficina, pero aquello no era lo suyo: «Son de moverme». Y fue saltando hasta entrar en contacto con el mundo de la pesca a través de ocupaciones como el traslado de las capturas del barco de su padre a la lonja o la venta de pescado por las parroquias. Hasta que un día, en vista de que su progenitor empezaba a pensar en la jubilación, decidió dar el paso definitivo: «Díxenlle a meu pai que quería probar».

Cando ves a rede chea de peixes, algúns saltando, é moi fermoso»

Tenía el título de marinero que había quitado a los 16 años: «Foi un castigo que meus pais me impuxeron un verán, coa ameaza de mandarme ao mar». Lo que quizás no sabían es que el certificado le daría pie a Mari León para plantearse la profesión como una alternativa de futuro. Lo tuvo claro desde la primera jornada de trabajo: «Foi unha pasada. Tiña visto vídeos e fotos, pero aquela experiencia superou todas as miñas expectativas. Cando ves a rede chea de peixes, algúns saltando, é moi fermoso».

Un susto que no la amedrentó

Desde su primera travesía han pasado ya unos dos años, tiempo más que suficiente para que esta vecina de Porto do Son tenga claro que su futuro está en el mar. Ni siquiera un accidente que sufrió cuando llevaba ocho meses como marinera le hizo plantearse la posibilidad de cambiar de rumbo: «Ademais de ir na ponte co meu irmán e o meu pai, fago outros traballos, coma o de enrolar nunha máquina un cabo que vén do mar. Un día enganchoume un dedo e levei un susto moi grande, porque o rompín pero puiden perdelo».

Eu traballo no barco da casa, estou segura de que se fora de outro armador, a situación sería moi distinta»

Aunque está aprendiendo a manejar el timón y en breve tendrá los días de mar que le faltan para obtener el título de patrón polivalente, Mari trabaja en la cubierta como cualquier otro marinero: «Participo na manobra de largar a rede, escollo o peixe, levo as capturas para a lonxa...». Con sus ansias por aprender y trabajar se ha ganado el respeto de sus compañeros en el León do Mar, todos hombres, aunque reconoce que fuera de su barco se ha sentido en muchas ocasiones el centro de miradas y comentarios: «O que me salva é que teño moito xenio e contéstolle a quen faga falta, como non esperan que o faga, quedan calados».

Más allá de esos tensos episodios, comenta que no se ha sentido discriminada, aunque es consciente de que tiene una gran ventaja: «Eu traballo no barco da casa, estou segura de que se fora de outro armador, a situación sería moi distinta». No duda al afirmar que «no mundo do mar hai moitísimo machismo», pero ella no se arrepiente del camino que ha tomado e incluso anima a otras mujeres a seguir sus pasos: «Así como hai mulleres mariscadoras, tamén pode habelas mariñeiras. O traballo é un pouco máis duro que en terra, si, pero se che gusta paga a pena».

Situaciones de peligro

Para ella, como para casi todos los que comparten su profesión, el mal tiempo constituye el principal temor: «Recoñezo que son moito más complicadas as condicións no Gran Sol, pero aínda así, cando hai moito mar sempre impón respecto. Hai que pensar que todos os traballos teñen as súas vantaxes e os seus inconvenientes». Se siente afortunada, pues de momento no ha visto peligrar su vida ni la de sus compañeros, aunque admite que sustos nunca faltan: «Temos ido a darlle un tirón a algún barco porque o mal tempo o estaba empurrando cara as pedras. Son situacións que che producen temor, pero non hai que darlles importancia nin estar sempre pensando nelas».

Más que los temporales, lo que realmente preocupa a Mari León es pasar demasiado tiempo sin obtener una cantidad de capturas importante: «Aínda que sexa boga, que é unha especie que se utiliza para carnada, o importante é que veña peixe na rede. Iso é o que dá ánimos para seguir». Y es en este punto cuando la sonense recuerda su última noche de trabajo en el mar para poner de manifiesto uno de los graves problemas que sufre el sector: «Demos tres lances e en todos veu unha cantidade importante de sardiña e aos outros barcos pasoulles o mesmo, pero como está en veda, tivemos que tirala de volta ao mar». Asegura no entender la prohibición que pesa sobre esta especie: «É un delito que non nos deixen vendela, porque hai unha cantidade tremenda».

conciliación

Mari León asegura que desde que trabaja en el mar puede pasar más tiempo con su pequeña: «Normalmente saímos ao anoitecer e volvemos de madrugada, pero teño a tarde para ela e os fins de semana completos. Na hostalaría só libraba un día por semana».