Las heridas de Chernóbil se curan en Ribeira

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

CARMELA QUEIJEIRO

María Sheveleva tiene una segunda familia en Barbanza, y cada verano que pasa aquí suma dos años de vida

18 jul 2019 . Actualizado a las 21:45 h.

Cuando sucedió el desastre nuclear en Chernóbil faltaban todavía 16 años para que viniera al mundo María Sheveleva. Sin embargo, eso no la libró de sufrir los efectos de la radiactividad, una enfermedad silenciosa que mató a varios de sus tíos con apenas 35 años, y que ha marcado a su familia y amigos. Ella ha tenido la oportunidad de poder aumentar su esperanza de vida desde que hace ocho años se sumó al proyecto de la Asociación Ledicia Cativa con la que colaboran los ribeirenses José Urbano y Lola Lorenzo, la única familia de la comarca que cada verano adopta durante dos meses a un niño ucraniano.

«En el mismo año se nos casaron los dos hijos y, como teníamos más tiempo libre, nos interesamos por esta iniciativa, porque queríamos ayudar a esos pequeños», recuerda Urbano, cuya máxima preocupación al principio fue saber cómo se iban a entender con María. «Lo primero que hice fue buscar en Ribeira a gente de Ucrania y Rusia, y me sorprendió porque había bastante y justo teníamos a un vecino a 50 metros de casa». Sin embargo, los primeros 15 días no fueron nada fáciles pero, tras ese período de adaptación, todo fue rodado. «Hay que pensar que ella viene de un régimen muy estricto, con muchas normas. El primer año ni se atrevía a abrir la nevera sin permiso», explica el ribeirense, que junto a su familia han sido testigos del paso de la niñez a la adolescencia de María.

Reconoce que siempre ha sido una joven muy obediente y casera, que le encanta la playa y volver todos los años a este rincón de Barbanza, un lugar que se ha convertido en su mejor antídoto para intentar frenar la enfermedad. «Se calcula que cada verano que pasa aquí su esperanza de vida crece dos años, y solo hay que ver los análisis de cuando llega y de cuando se va», apunta José Urbano, que confiesa que a ella nunca le ha gustado hablar demasiado de lo que ocurrió en Chernóbil. «Lo único que sabe es la historia que la han querido contar allí».

Despedida

Cada vez que acaba agosto esta familia ribeirense tiene que decir adiós a María, una despedida que este año será más dura, ya que la joven ucraniana cumplirá 18 años y ya no podrá volver a participar en este programa de Ledicia Cativa.

Sin embargo, José Urbano y Lola Lorenzo no pierden la esperanza de seguir siendo una parte importante en la vida de María.