El equipo que reconstruyó el accidente de Palmeira: «El impacto, por la energía cinética, paró en seco al Seat y lo hizo retroceder»

Francisco Brea
Fran Brea RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

Sandra Alonso

En la sala declaró la profesional que valoró la imputabilidad de la acusada, dejando claro que sabía que no podía conducir tras consumir alcohol y que es plenamente consciente de sus actos

21 dic 2022 . Actualizado a las 16:46 h.

El juicio por el doble accidente mortal de Palmeira continuó este martes. Por la sección sexta de la Audiencia Provincial pasaron durante la mañana diferentes testigos y el fiscal emitió su conclusión antes de la hora de comer. Después, fue el turno de la acusación particular y de la defensa.

La primera en comparecer fue la médico forense a la que se le encargó que realizase un informe de imputabilidad. Apuntó que, tras consultar el historial médico de María del Pilar Fernández Patiño, su historial en el Imelga y hacerle una entrevista personal, emitió su valoración: «Es una persona consciente de sus actos, consciente de lo que realizaba y de que no podía conducir tras haber consumido alcohol. Una, por experiencia propia y, dos, porque existe una anotación en su historial médico, del 16 de agosto del 2018, de una psiquiatra que incide en la insistencia de la necesidad de abstinencia absoluta».

Esta declaración tumbó la versión de la acusada, que el día anterior, en la misma sala, había asegurado que ningún facultativo le había advertido de que no podía beber alcohol a causa del tratamiento que tenía prescrito. La forense también afirmó que un trastorno adaptativo mixto, como el que padece Fernández Patiño, surge «ante un acontecimiento vital estresante, que deriva en depresión, ansiedad, irritabilidad y, en ocasiones, puede afectar al comportamiento habitual. No implica perder la capacidad de juicio. Es una persona normal, con una inteligencia normal».

Asimismo, explicó que la consultas en psiquiatría de la acusada eran «muy irregulares. Vuelve a retomaras tras el accidente. Toma la medicación de forma poco regular, así lo anotan los psiquiatras, tanto antes como después del suceso». Por otra parte, destacó que en el informe de Urgencias el día del accidente se hace constar que «su puntuación en la escala de Glasgow era de 15». Esto quiere decir, como apuntó la forense, que «estaba plenamente consciente», ya que 15 es el valor máximo en este baremo que mide la consciencia de la persona.

Ni deslumbramiento, ni curva peligrosa

La defensa, durante sus turnos de interrogatorio a los testigos, principalmente a aquellos que conocen la zona del accidente, preguntó con insistencia la posibilidad de que a la hora y en la época del trágico siniestro, 18.35 horas de un 4 de mayo, el sol podría pegar de frente a su clienta y deslumbrarla. También, si la curva la consideraban peligrosa. Hubo alguna disparidad de opiniones, aunque las respuestas más contundentes las ofreció el Guardia Civil del destacamento de Santiago que instruyó las diligencias: «No considero probable un deslumbramiento. No había huellas que lleven a pensar en un frenazo del BMW y no es una curva peligrosa si se toma a una velocidad adecuada».

Ante la insistencia de los letrados, declaró que él mismo estuvo más tarde en la zona el día de los hechos: «Se supone que el sol debería estar más bajo y ser más probable un deslumbramiento». Además, el agente del instituto armado confirmó que Fernández Patiño tenía el carné de conducir caducado y apuntó a «velocidad, distracción o alcohol, por la tasa que arrojó», como causas del accidente.

Dos hijos de la acusada

También prestaron declaración dos hijos de la acusada, Kevin y Ramiro Vázquez. El primero de ellos aseguró ver cómo su madre llegaba a casa el 4 de mayo del 2019 «entre las 13.30 y las 14.00 y se fue directa a la habitación. Tres horas después se levantó y dijo que iba a ver a la doctora a Palmeira. Al poco recibí la noticia». Kevin señaló que le dijo a su madre «que no cogiese las llaves», haciendo referencia a las del coche.

Confirmó los malos tratos por parte del exmarido de la acusada, así como los que él mismo recibió: «Me intentó estrangular varias veces, me hirió con un cuchillo en un brazo e intentó pasarme por encima con el coche». Además, comentó que cuando él viaja con su madre en coche, ella respeta las normas de circulación.

Esto también lo afirmó su hermano Ramiro, quien indicó que el día del accidente le dijo a Kevin que guardara las llaves del vehículo de María del Pilar Fernández. Reiteró que su madre sufrió maltrato psicológico desde que él tiene recuerdo y que «el accidente acabó destrozándola».

Vecinos y testigos

Las partes también llamaron a más testigos. Entre ellos, una mujer que conducía en dirección a A Pobra detrás del Seat en el que viajaban Abraham y Sara: «Solo vi el golpe. Todo fue muy rápido, me acuerdo del impacto y de la invasión al carril contrario del BMW». Asimismo, indicó que vio a la acusada «alguna vez» conduciendo por Ribeira «bastante rápido por zonas urbanas».

En la sala habló otra barbanzana que circulaba dirección A Pobra por la tarde, cuando Fernández Patiño también se dirigía a a localidad. «Íbamos por la recta de O Campiño y vi detrás a un todoterreno y al BMW, que hacía como maniobras de querer adelantar, pero volvía a su carril. El vehículo que me precedía se apartó en un cruce y yo me metí en el aparcamiento de un chino para dejar pasar al BMW, porque estaba nerviosa y tenía miedo».

Señaló que reemprendió la marcha y vio como el turismo de la acusada «se salía todo el rato al carril izquierdo y volvía al suyo. Los coches que venían de frente tenían que apartarse».

«Pasó algo muy rápido», aseveró un señor que estaba en la puerta de la casa de su cuñada, metros más atrás del lugar del siniestro. A las preguntas de la defensa, contestó que «era un día soleado» y que recuerda que en la zona hubo más accidentes, alguno mortal, hace años. «Es una curva peligrosa», consideró. Otro vecino de la zona, sin embargó, no compartió esta opinión en cuanto a la peligrosidad de la curva, pero sí en que brillaba el sol.

Más llamativo fue el testimonio de una ribeirense, que narró que, el propio día del suceso, la acusada se saltó el ceda el paso en una rotonda y no se detuvo a pesar de que había gente que iba a cruzar, entre ellos la testigo, en una zona habilitada para ello: «Me llamó la atención la velocidad a la que circulaba». Pero también recordó que esa misma semana, concretamente el lunes, «conducía de camino a casa. Iba con mi padrino en el coche y ese BMW casi nos embiste, invadió nuestro carril».

Por videoconferencia intervinieron miembros del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (ERAT) de Madrid, que se desplazó a Palmeira. Reiteraron lo dicho en su informe, que el BMW circulaba, en el momento del impacto, entre 129 y 130 kilómetros por hora y que no había elementos que obstruyesen la visión de los conductores implicados en el accidente. «El impacto, por la energía cinética, paró en seco al Seat y lo hizo retroceder», afirmaron.

Por la sala también pasó el cirujano que operó a María del Pilar Fernández en Urgencias tras el siniestro: «Hubo que repararle la pared abdominal». Aseguró que, por las pruebas de imágenes realizadas, no sufrió contusiones en la cabeza y que no le constaban intentos de suicidio. Al ser preguntado por los posibles efectos de mezclar los medicamentos que la acusada tienen prescritos con el alcohol, el facultativo afirmó con rotundidad que ya en las propias cajas y en el prospecto se se refleja que está contraindicado, porque hacerlo «disminuye la capacidad de concentración y atención».

Fernández Patiño: «No soy una asesina»

María del Pilar Fernández Patiño hizo uso del turno de la última palabra. La acusada aseguró que todo lo que dijo en la primera jornada del juicio era verdad. «No soy una asesina. Llevo aguantada mucha presión mediática. Me arrepiento de lo que hice y ojalá me hubiese matado yo. Me fui de mi tierra para proteger a mis hijos. Bebía porque tenía un maltratador psicológico con mucho dinero. No justifica lo que hice». Entre sollozos, volvió a pedir perdón a los padres de las víctimas, que en más de un momento de la sesión no pudieron contener las lágrimas.