«Vinte pesos e unha botella de anís»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

FOTOS CON HISTORIA | El coro A Fiada de Baio animó fiestas en «casas de ricos», en la del sastre de Anos o en el cine de Baio

17 sep 2017 . Actualizado a las 23:34 h.

Antes de que Roberto Veloso partiera hacia Argentina y participara en 1953 en la creación das Mocedades Galeguistas de Buenos Aires, de las que fue presidente, promovió en su Baio natal el coro A Fiada de Baio, al que se sumaron entusiasmados muchos jóvenes, y algunos maduros, de la localidad. Entre ellos estaba Isaura Gómez, prima de Roberto y de buena parte de los componentes de la primera formación de música tradicional que hubo en la localidad. De aquel nutrido colectivo no salió ningún matrimonio, quizá por el parentesco, pero sirvió para que se rescatasen cantares tradicionales que Isaura Gómez aún guarda en su prodigiosa memoria.

Recuerda que cantaban en casas de personas importanted, como «dona Consuelo Labarta Pose» y que como pago por la animación les daban «vinte pesos e unha botella de anís», que repartían entre todos. El dinero servía a Isaura, y a varias de sus amigas, para comprar ropa o zapatos, por que en su casa nunca hubo necesidad, pero a otros les valía para redondear sus pequeños sueldos.

Actuaban en celebraciones. «Na casa do xastre de anos eran moi festeiros, bailabamos no galpón e cantabamos ao redor dunha mesa. Había de comer por todo», recuerda Isaura. También cantaron en el cine de Baio, con gran éxito.

La suya fue una trayectoria corta, de apenas dos o tres años, pero intensa, porque Isaura y su hermana Carmen solo estuvieron en la formación de febrero a abril de 1946, cuando la muerte de su madre trastocó la vida familiar y comenzaron para los Gómez Fuentes cuatro años de luto.

Isaura, de 88 años, ha sido una lectora empedernida hasta hace bien poco, cuando un grave accidente doméstico le restó vista. Del tiempo en que cantaba en el coro recuerda también su pasión por las «historias da feira, que traían a Baio». Folletines por los que pagaban un real y en los que se contaban crímenes. Asimismo escribió cientos de cartas a sus primos emigrados, informándoles de lo que pasaba en Baio.

«Non sabiamos tocar a pandeireta, miña nai si sabía, pero ningún de nós aprendemos»

En Baio la pandereta se saltó una generación, la de Isaura. En la fotografía todas las mujeres llevan pandereta, pero nadie sabía tocarla en el grupo. «Nin homes, nin mulleres. Miña nai sabía, pero ningún de nós aprendemos», recuerda sorprendida.

Su hija y nietas aventuran que el motivo podría haber sido la guerra civil. Entonces Isaura era una niña y a esa edad podía haber aprendido, igual que sus amigas, pero, por lo visto, nadie tenía entonces ánimos para enseñar un instrumento que es básicamente alegre.

Tampoco pudo ir mucho a la escuela, aunque es una lectora empedernida. Fue hasta los 9 años a la escuela de doña Clotilde, pero tuvo que dejarlo cuando el tejado se vino abajo. Tardaron años en abrir de nuevo el centro y para entonces Isaura ya tenía 14 años. «Era unha moza, dábame vergonza. Despois pesoume non volver, pero xa non puiden», recuerda.