«El FIOT lo lleva gente que ama el teatro y eso se nota mucho en todo»

verónica couto / j. v. l. CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

MIGUEL VILLAR

El actor y director defiende la comedia con reflexión, como la concibió Moliere

21 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel del Arco (Madrid, 1965) está al frente de Teatro Kamikaze y dirige Arte, una versión del clásico de Yasmina Reza, que se estrena mañana (20.30 horas) en el FIOT carballés.

-Ya es un viejo conocido del FIOT.

-Es un festival al que le tenemos mucho cariño. Siempre queremos mucho a la gente que quiere al teatro y en el FIOT es especial. Están siempre pendientes de lo que se hace y lo que se deja de hacer. Todo son facilidades para ir.

-¿Ha podido seguirle la pista al festival en estos años?

-Sí le he seguido la pista precisamente por las visitas que hemos ido haciendo. Personalmente no he tenido la oportunidad de estar porque siempre que dirijo una función, como ahora con Arte, me tienen aquí un poco atado, pero sí le sigo la pista. Yo tengo muy mala memoria para los teatros, pero suelo recordarlos por la gente que los lleva y el FIOT es un festival que lo lleva gente que ama el teatro y eso se nota mucho en la programación, en como tratan a las compañías, en como montan todo. Espero poder estar algún día.

-¿Qué significado le da a ser un kamikaze?

-[risas] Hay un punto de inconsciencia en todas nuestras acciones. Así empezamos en su momento cuando no teníamos donde caernos muertos. Empezamos por amor al arte, entendido como yo creo que se tiene que entender, que es amor a lo que estamos haciendo. Existe una triste realidad en nuestro país, que el amor al arte se confunde con lo gratis y nosotros eso lo tenemos muy claro. Huimos de la precariedad, pero somos inconscientes a la hora de lanzarnos a los proyectos que nos apasionan. Esto tiene que ver con todo lo hecho hasta la fecha y con la decisión muy kamikaze de coger un teatro en Madrid, alquilarlo y abrir una casa propia donde recibir nuevos dramaturgos, nuevos directores, nuevas propuestas y seguir creando teatro.

-¿Qué toque cree que le ha dado su dirección a «Arte»?

-No sabría decir exactamente. Por los comentarios que he oído de gente que incluso ha visto varias versiones: la histórica, luego la que trajo Darín... Creo que le doy un punto de oscuridad, de pie en tierra, porque la risa es peligrosa. Es una comedia, una comedia enloquecida, pero como Yasmina Reza [la autora] defendía, que sigue la tradición de la comedia de Moliere. Son comedias envenenadas, porque cuenta la destrucción de una amistad de muchísimos años. Entiendes necesariamente que hay un poso trágico alrededor, que luego se estructura, la gente se ríe, pero los personajes lo pasan fatal. El protagonista es un personaje que sufre lo indecible. Es algo que me fascina de la carpintería de construcción que tiene este texto y que me parece muy sabio por parte de Yasmina Reza: contar que la gente se esté muriendo de la risa en muchos momentos y, sin embargo, diga: «¡Madre mía! Nos estamos riendo de una salvajada». Eso me gusta mucho.

-¿Cómo está funcionando la obra?

-Muy bien, es un texto que funciona como un reloj. Hay tres actores, Roberto Enríquez, Jorge Usón y Cristóbal Suárez, que son fabulosos cada un por su lado, pero encima se han juntado y ha surgido esa cosa tan maravillosa que es la empatía, la química entre los actores, que se tiene que producir de forma natural, no hay manera de empujarla. He estado viendo algunas de las primeras plazas y fue un gozo oír el estruendo de la carcajada del público. Aquí no se para para que la gente se tenga que callar, pero hay veces que es tan estruendosa la risa, que tienen que hacer un alto para poder continuar y que se entienda algo de lo que están diciendo. Esa es la experiencia, al tiempo que concita una profunda reflexión.