Berberechos a precio de saldo en la Costa da Morte

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CAMARIÑAS

JOSE MANUEL CASAL

Las mariscadoras han cerrados los bancos por la caída de la cotización

18 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy nadie bajará a la playa para coger marisco. No vale la pena. El precio del berberecho se precipitó ayer en Camariñas hasta unos ruinosos 3,10 euros el kilo y las mariscadoras decidieron que era mejor quedarse en su casa. Las cosas no han ido bien en toda la semana, pero confiaban en una remontada que ha sido justo lo contrario.

El lunes probarán de nuevo reduciendo el tope de 15 a 10 kilos y entonces se podrá confirmar si se trata de un simple bache o de una cuesta abajo de las que no se recuerdan.

Cierto es que la esperanza es lo último que se pierde, pero siendo sensatos, lo que pasa con el berberecho no es cosa de un día. En el Anllóns, que tienen otra forma de venta (un acuerdo con un solo comprador) no han llegado a tales niveles, pero sí se han dado cuenta de que su marisco vale ahora entre uno y dos euros menos que hace un años en las mismas fechas.

La cosa no pinta nada bien, porque para las dos agrupaciones, el verano es la mejor época para las ventas, sobre todo porque la todopoderosa ría de Noia se mantiene cerrada, lo que permite a los demás sacar rendimiento de bancos más humildes. De hecho, las mariscadoras de Cabana salvaron el año pasado con lo que hicieron durante los meses de estío, cuando colocaron su producto en el mercado a 8 euros sin IVA.

En Camariñas, se las prometían felices las 19 nuevas incorporaciones y todo el resto de los profesionales porque después de mucho tiempo no tenían que preocuparse de desastres naturales que les dejaron los bancos manga por hombro. Había berberecho y podían respirar tranquilas.

Con lo que no contaban ni unas ni otras es que el mundo es muy pequeño y que hemos perdido el gusto por las cosas auténticas al mismo tiempo que ha ido menguando nuestra billetera y ahora nos parece aceptable un bivalvo que apenas llega a la talla mínima permitida, que es tan diminuto e insípido que parece un pedazo de goma en la boca.

Lo que aflige en Camariñas y el Anllóns es la cantidad de berberechos que llegan desde Francia, Portugal e Italia y que se venden en supermercados y plazas de abastos y que se sirven en bares, restaurantes y tabernas.

Nadie le mira la etiqueta a la bolsa amarilla o pregunta al camarero porque da por hecho que en una tierra cuyas playas están llenas de jugosos berberechos, tan afamados como el resto del marisco del país, nadie se atrevería a dejar los bivalvos en la playa para recogerlos de los camiones de frío procedentes del extranjero. Pero mejor no dar por hechas las cosas del comer, sobre todo cuando se trata de berberechos o de pulpo. Avisados están.