En una esquina de la Rúa da Igrexa en Carballo se encuentra el mítico bar Ginebra, que abrió sus puertas en 1980, justo un año antes de que Irene Basalo, su fundadora, volviera de Suíza. Ahora ya no es la dueña del bar: «Con moita pena deixeino en 2006», asegura. Sin embargo, acude allí todos los días por la mañana a tomar un café con leche.
Irene se fue a Ginebra en busca de una vida mejor en 1969. Según explica, «foron tempos moi duros». Se marchó con un contrato desde aquí y trabajó en un hotel y en un bar. Lo que más le llamó la atención al llegar a Suiza fue «a educación e a limpeza». Y también que «alí nos bares non se escoita falar á persoa que tes o lado».
Diez años después, regresó a Carballo con una niña de cinco años y fundó el bar. «Chameille Ginebra porque foi alí onde conseguí os cartos para compralo», narra. A Irene, lo que más le gusta y la emociona es ver cómo crece la gente que frecuentaba -y frecuenta- el Ginebra.