Chapu Brunet: «Vi el penalti de Montiel en una tele chiquita que había en la lavandería»

Antón Lestón Lago
Antón Lestón CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

ana garcia

El jugador argentino del Bergantiños estaba citado en As Eiroas a las 17.45, pero se las arregló para poder disfrutar del histórico título

19 dic 2022 . Actualizado a las 23:12 h.

Para los más de 45 millones de argentinos, este domingo se detuvo el tiempo. Como si de una instantánea se tratase, su memoria guardará para el resto de sus días el lugar y la compañía con la que disfrutaron de la tan ansiada tercera estrella. Juan Ignacio Brunet, el Chapu (Mendoza, 1998), lo tuvo complicado, pero finalmente también se quedó con su propio recuerdo para toda la vida.

El futbolista del Bergantiños había tenido más o menos suerte durante los seis anteriores partidos de la albiceleste en el Mundial de Catar. Solo no había visto completa la derrota contra Arabia Saudí, pues la primera parte le pilló entrenando y en la segunda solo pudo ver los goles árabes. El segundo y decisivo choque contra México lo vio desde el hotel en Langreo: «Sufrí mucho porque en el equipo hay varios anti Messi que iban contra Argentina, pero les grité de todo». A partir de ahí, el calendario le permitió disfrutar mejor del camino de su selección.

«Contra Polonia y Australia los vimos en casa de Diego, un amigo de mi padre que ya lleva muchos años asentado aquí en Carballo y que es como familia. Nos reunimos todos, mi hermana, un amigo, mi novia...». Allí repitió para las semifinales y para la final, aunque el vibrante duelo de cuartos lo disfrutase desde el Bar A Mila en A Coruña, donde hubo un ambiente brutal durante toda la Copa del Mundo.

La final desplazó el derbi entre Bergantiños y Polvorín para las 19.00 horas, pero él debía estar en el campo a las 17.45, así que se fue para As Eiroas en el descanso. «Por la semana le había preguntado a Chano si iba a poner pantalla y me dijo que sí, así que para allí fui a ver la segunda parte. Hasta entonces era un partido perfecto, pero con los dos goles de Francia me quería morir... Aún por encima me los gritaban en la cara».

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La salvación en la lavandería

Llegó la hora de ir para el vestuario y José Luis Lemos les pidió a todos que se concentrasen únicamente en el trascendental encuentro que tenían por delante. Pero la cabeza del Chapu no dejaba de darle vueltas a qué diablos estaría sucediendo en el estadio Lusail. Con el teléfono apagado, como siempre cuando están ya concentrados, encontró salvación en la lavandería: «Fui a coger las botas y los guantes y me encontré a Garrido —el utillero— viendo el partido en un televisor chiquito, de quince pulgadas o menos. Me quedé allí viendo la primera parte de la prórroga mientras me cambiaba, pero pronto tuve que ir con el resto». No pudo gritar el segundo gol de Messi ni maldecirse por el tercero de Mbappé, pero Lemos le concedió una oportunidad inesperada. «Justo antes de salir a la cancha, como era suplente, me dio permiso a ir a ver los penaltis. Fui otra vez para la lavandería y llegué para el último, de Montiel. Fue una alegría espectacular, salté y me abracé con Garrido mientras me caían las lágrimas, nunca había ido tan contento para el banquillo», comenta. El resto de suplentes no pararon de felicitarlo durante los primeros minutos y su familia le esperaba con la camiseta albiceleste tras terminar un derbi en el que acabó jugando media hora.

Una gripe impidió una celebración a la altura, pero la emoción y la inmensa felicidad la compartió con sus padres y sus amigos a distancia: «Me hubiese encantado estar allí, porque es lo más impresionante que he visto. Cada foto y vídeo que me mandan es mejor, no hay palabras que describan lo que significa para nosotros». Un sentimiento que sigue compartiendo pese a estar ya asentado en España desde hace años, aunque las movilizaciones argentinas en Catar le sorprendieron: «No lo podíamos creer que fuese a haber tanto argentino, pero mi padre me dijo que compañeros suyos vendieron el coche e hipotecaron la casa para poder ir, es tremendo».

«Kirikocho» en Francia

Brunet también tiene parte de responsabilidad en el triunfo, o por lo menos de eso está convencido. Cumplió su misión en noviembre, cuando viajó a pasar unos días en París aprovechando un parón competicional: «Pasé por la calle Deschamps y por el arco del Triunfo y le grité en alto Kirikocho ­— una especie de maldición futbolística argentina—. La gente me miraba como a un loco, pero yo sabía que nos los podíamos encontrar en la final», bromea. Y así fue.