La nobleza ligada a la zona va más allá de la baronía de Dumbría

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

DUMBRÍA

CEDIDA POR RICARDO VILAS

Linajes ilustres y posesiones importantes forman parte de la historia de la comarca

23 mar 2018 . Actualizado a las 22:49 h.

El 11 de mayo de 1904, un breve en La Voz de Galicia anunciaba que «ha llegado a sus posesiones de Carballo la condesa de la Torre Penela». Son aún muchos los que la recuerdan en sus jardines, al lado de la calle Vázquez de Parga, observando el paso de la procesiones de San Xoán, pero son más los que todavía hablan de «a Condesa», por la casa en la que estaban los Baños Vellos, junto a la capilla de A Estrela. Hoy, esta es una calle, y de los baños en su conjunto queda el nombre de la zona, además del célebre balneario, pero nada más de aquel rincón de alcurnia y nobleza.

Sin embargo, el condado de Torre Penela aún existe. Según diversas fuentes, en manos de Álvaro de Torres Gestal. Obviamente, Carballo era una más de sus propiedades, con un topónimo cabanés que ha vuelto a estar en el foco de la actualidad recientemente ya que se ha puesto a la venta pública precisamente la Torre da Penela, en la parroquia A Silvarredonda. De ahí que se trate de un título nobiliario muy enraizado en Bergantiños. El primer titular fue Pedro Tomás de Ojea Ulloa y Enríquez.

Numerosos títulos de abolengo están ligados a la Costa da Morte, algunos ya desaparecidos o insertados en Casas de mayor lustre como la de Alba, tal y como recordaba ayer Xosé María Lema. Hay apellidos muy ilustres, con gran peso histórico, que forman parte del ADN comarcal, como los Mariño, los Moscoso o los Caamaño. O el Condado de Traba, que más que con el origen de la zona, tiene que ver con el de Galicia y hasta de España. De la hidalguía, de los señoríos, han escrito mucho, y conocen más, eruditos como Méndez Doménech, al margen de los grandes tratados sobre pazos y señoríos ligados a la zona.

Hay otros tal vez menos conocidos, como el de la Atalaya, ligado al pazo de Vilar de Francos, en Carballo. Las Terras do Marqués, aún en la memoria colectiva de varias generaciones. En los textos en los que se detallan todas las familias de abolengo que de una manera u otra están o han estado ligadas a la zona, los árboles genealógicos son más grande que el del actual pazo de Vilar de Francos, con todas sus ramas, incluidas las que recientemente se han caído. Porque eso ha pasado con muchos títulos, que han desaparecido, como el vizcondado de Finisterre, entroncado con los Altamira y los Moscoso.

Otros están tan activos que hasta su titularidad se dirime en los tribunales. El más reciente, el Marquesado de San Juan de Carballo, que tiene 252 años desde el pasado 10 de diciembre. María de los Reyes Gordon-Maple Lafita es la nueva titular, frente al anterior poseedor, en calidad de viudo, Francisco Javier de Terry. Nobleza andaluza, en todo caso.

Lo es desde hace un año y un mes, tras la publicación del acuerdo en el Boletín Oficial del Estado, dando cumplimiento a una orden judicial firmada por el ministro de Justicia en diciembre del 2016. Hubo unas diferencias familiares y tuvo que ser la autoridad la que dirimiese quién debía heredar el título.

Estos días ha recuperado actualidad la baronesa de Dumbría, un título ficticio al que le dio vida literaria Emilia Pardo Bazán en su obra La Quimera, de principios del siglo pasado. La baronesa, en realidad, era su madre. Es muy probable que se inspirase en ese nombre tras conocer las peripecias de la pareja formada por Marcela y Elisa, cuyo amor se fraguó en la escuela de Dumbría, tras pasar por Couso y Calo.

Más modernamente, y desde luego ligado a Dumbría (y a Cee) está el marquesado de Villar Mir, concedido l propietario de Ferroglobe-Ferroatlántica, el empresario y exministro Juan Miguel Villar Mir.

Obviamente, como reciente que es, su origen poco tiene que ver con los que dieron forma y apellidos a numerosas parroquias de la comarca.

El marquesado de la Atalaya está vinculado al pazo de Vilar de Francos, en Carballo