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En los próximos días partirá hacia Estocolmo y, tras año y medio por Europa, prevé regresar a Muxía
02 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Tal vez porque es consciente de que su largo periplo y objetivos son complejos de explicar, y ya que tiene muchos matices, Jean François Aillet remite a su página web (www.aillet.com) para tratar de comprender mejor sus largos años de singladura a pie, sobre todo por Europa, y recorriendo lugares emblemáticos o que tengan algo que ver y contar. La complejidad se deriva sobre todo de que, además de caminante, es artista, así que en sus pasos se acompañan proyectos que trascienden el mero peregrinaje.
Estos días está en Muxía. Es la cuarta vez que recala en la villa de la Barca. La última fue hace dos años y medio. Alojado en el premiado albergue Bela Muxía, incluso celebró ahí su 55 cumpleaños. Soltero, sin hijos, reconoce que así es mejor afrontar los largos meses fuera de su casa, en compañía de una especie de carrito en el que lleva sus cosas. Él es bretón, aunque residía en Normandía, y el Monte de Saint Michel, que delimita ambas regiones, es un punto crucial en sus marchas. Se define como artista con proyección internacional diseñador industrial y escultor. Ahora tiene en manos el proyecto denominado Baltica Atlántica, que lo llevará hasta Estocolmo, bajará a Roma y terminará en Muxía en el invierno del próximo año. Cinco mil kilómetros y diez países. Un año y medio, o antes. Recoge granos, pequeñas piedras de lugares relevantes (de la Barca, por ejemplo, lugar sagrado). Algunas, explica, llegarán al espacio, gracias a un proyecto en el que está embarcado desde hace tiempo con un amigo astronauta.
Ya tiene experiencias anteriores con sus objetos escultóricos a bordo de una nave con gravedad cero, y que precisamente pueden verse (las imágenes) en la web que recomienda. Allí por donde pasa da charlas, conferencias, realiza talleres, logra esponsorización. Es una combinación de arte, desafíos personales y andar sin parar. Asegura que lo de caminar viene de lejos. «Desde que era adolescente, he recorrido unos 60.000 kilómetros», explica. Muchas veces sin dinero, contando con la confianza de la gente, con amigos. «Me encuentro con más de 50 personas cada día», explica. A la pregunta de cómo afrontó esa nueva vida, niega la mayor: «No es una nueva vida, es continuar la que tenía», de avance constante. Señala que es cristiano, pero que no son los motivos religiosos únicamente los que lo empujan.