El aumento de medios higiénicos en las fiestas no evita que acaben en pocilgas

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

ALVELA

Las comisiones invierten cada vez más en baños portátiles, pero la conciencia cívica naufraga igualmente

16 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la Barca de Muxía había baterías de baños públicos, además no de los químicos sino con conexión de agua y limpieza, junto a las orquestas, en el Coído, en el jardín, en la entrada del pueblo, en la salida del campo de fútbol y en la zona de acampada, en estos casos con ducha. Quizás se necesitasen todavía más, pero no es una dotación nada desdeñable y, sin embargo, no evitó que la parte trasera de la carpa del pulpo fuese un gran mingitorio, al igual que la rampa del muelle y numerosos rincones de la localidad. Incluso ya el lunes algunos de los charcos en el acceso del santuario a la Pedra de Abalar no eran precisamente de agua de mar, lo que deja claro que no se trata sencillamente de un problema de medios si no que existe un déficit evidente de conciencia cívica.

¿Cuánto cuesta dotar de baños a las fiestas?

Es muy difícil establecer una cantidad, pero una cabina de plástico con un sistema químico, la solución más habitual, ronda los 800 euros nueva y se pueden encontrar de segunda mano fácilmente por 500. Abundan las empresas que se dedican a alquilarlas y por el caché del Combo Dominicano o cualquier espectáculo similar se garantiza el servicio de una fiesta pequeña durante lustros.

¿Toman medidas las comisiones?

Sí, queda por mejorar, pero el panorama no tiene nada que ver con el de hace solo unos años. En cualquier verbena más o menos multitudinaria, ya al margen de festivales o las citas más conocidas, es habitual ver estos retretes móviles, aunque sean precarios o en cantidad inferior a la que resultaría necesaria. También hay otras iniciativas: la de prohibir los vasos de cristal está generalizada y V de Valarés o la Carballeira, entre otros, tienen sus propias iniciativas ambientales destinadas a limitar desperdicios.

¿Se aplican las sanciones?

En absoluto. Todos los concellos tienen ordenanzas, aunque sean genéricas que prevén medidas coercitivas por ejemplo para quien orina en la calle. Ahora bien, no hay medios policiales ni tampoco intención o directivas políticas para sancionar estos comportamientos y menos en los ambientes festivos.

¿Influye el botellón?

Por supuesto. No es lo mismo que las copas se sirvan en una barra que cada grupo acuda con sus bolsas, botellas, vasos... aunque lo verdaderamente determinante es el consumo de alcohol y el efecto imitación. En estas circunstancias personas a las que no se les pasaría por la cabeza orinar en la calle un día de la semana, no ven inconveniente alguno en hacerlo en la verbena y convertir en un suplicio la recogida de los cables detrás de los palcos de las orquestas. Además, basta con que empiece uno para que otros detrás relativicen lo inapropiado de su conducta.

¿Qué efectos tiene?

Un déficit de higiene y salubridad evidente, pero también consecuencias ambientales porque los plásticos, por ejemplo, son muy difíciles de eliminar del medio.