Teresa, Sara y Caridad, tres patas para el más fiel etnoteatro

Patricia Blanco
PATRICIA BLANCO CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

ANA GARCIA

GENTES DEL FINIS TERRAE | Estas tres mujeres de Salto, en Vimianzo, escenifican y divulgan con humor oficios y costumbres agrarias casi olvidadas. Recuperan, además, el nombre de Teté Teatro

30 nov 2022 . Actualizado a las 11:59 h.

Todo es tan «real» y «natural» que ni siquiera necesitan inventar nombres para sus personajes. Ellas son ellas, sin más: Teresa, Sara y Caridad, vecinas de Salto (Vimianzo), a las que han ido apodando embajadoras de tradiciones y figuras emblema del etnoteatro, pues escenifican de un tiempo a esta parte oficios y costumbres «de hai 50 ou 60 anos», ligados a labores agrarias. Teresa, Sara y «Cari», que nutrieron el grupo local Teté Teatro, promueven estas interpretaciones en paralelo a su participación en la Escola de Teatro de Vimianzo, en la que de alguna forma se ha integrado la formación de Salto. De hecho, recuperan para estos «sketchs» el nombre de Teté Teatro, una forma de seguir recordando a Teresa Mouzo, fallecida hace 13 años, «pero viva entre nós».

Lo del etnoteatro empezó hace cosa de año y medio-dos años, cuenta Teresa Ferreira, histórica de la asociación Neira Marcos, presidenta nada menos que durante sus primeros dos decenios, hasta finales del 2020: «A entidade pediunos unha colaboración, querían facer unha ruta teatralizada e saben que a nós nos gusta isto. Reunímonos, saíu un primeiro texto, rápido e fluído, sobre castañas. Á xente gustoulle, a asociación divulgouno...». Y así fueron avanzando en estas obriñas: sobre cómo se pican «as patacas para a semente», sobre historias y leyendas de los Penedos o, este pasado fin de semana, sobre «escunchado de millo». Salvo en algún caso en el que han pedido asesoramiento para el guion, todo es hecho por ellas, desde el texto hasta el escenario, el vestuario o el atrezzo. Producen, dirigen e interpretan.

ANA GARCIA

Teniendo la idea, Teresa hace un primer esbozo del argumento, se lo presenta a sus compañeras, cada una hace aportaciones, lo lleva a su terreno, y he ahí el resultado: «Recuperamos cousas de antes ao mesmo tempo que pretendemos divertir, pero sempre contando algo, cunha ensinanza detrás, empregando palabras que xa hoxe case non se oen, o galego que falamos nós», indica Ferreira, que fue la que empezó a tirar «de toda esta historia». Tiene en sus vivencias y recuerdos parte del imaginario que recuperan, pero también posee una fuente de sabiduría en la señora María, su suegra, que acaba de cumplir el siglo de vida: «Vivo moito das súas historias, do que ela me foi contando. Cousas que non queremos que se perdan, cousas que xa case non se ven». Como esa esfolla en comunidad que tanto puede enseñar a los más pequeños.

«Temos unha química especial entre nós, cada unha coa súa forma de ser e a súa retranca, coñecémonos. Aínda que levamos un texto de referencia, sáenos natural. Algo de improvisación pode darse», valora Teresa: «Xuntámonos, gústanos, reconfórtanos. É todo de balde. Unha experiencia, porque o público dáche moita forza, e logo está o ver como agradecen que se lles recorden outros tempos, xente que che conta canto se ri cando nos ve e tamén cos vídeos que nos gravan... É o bonito. Cando non consigamos transmitir iso, entón mellor que nolo digan», añade. Porque su idea «non é facer por facer», máxime porque se tienen que dedicar a las piezas que prepara la Escola de Teatro de la que forman parte, sino hacerlo siempre que lo sientan y «con contido», claro.

Sanador

Es un teatro reponedor y sanador en muchos sentidos, y lo sabe bien Caridad Albela, que regresó a Salto hace siete años después de haber pasado 40 en Suiza. Retornar costó, tratar de adaptarse de nuevo dejando a sus dos hijas allá, y el teatro, como la decoración de tejas, le ayuda: «As tres estamos conectadas, pasámolo ben. Oxalá que Deus me dea lingua e máis poder para seguir facendo isto, e sobro todo con estas dúas», ríe. Sara Rodríguez, que también fue emigrante en Suiza, alude asimismo a esa complicidad: «Se a unha non lle sae a frase, a outra tira para adiante, todas vivimos isto. Imos pouco a pouco, as cousas se se fan moito tamén aburren». Por el momento prepararán algo para marzo, cuanto llegará a Salto el programa municipal A Costa da Vida. Lo cierto es que todo surge de forma tan natural que, en cuestión de segundos, sin ellas saberlo, estas tres mujeres casi improvisan un sketch sobre la edad:

—«Cantos anos che dixo que tiña eu? Seguro que me botou máis, que me ve máis vella...», ríe una.