«En una vida hay muchas vidas, sobre esa idea gira 'El jardín de las posibilidades'»

Avanza hoy en Vimianzo la programación de la Casa da Cultura con la obra El jardín de las posibilidades, de El Tejo Producciones (Cantabria). Será a las 20.30 horas —entradas en woutick.es o desde una hora antes—, y llega la función a través del circuito Camiño Escena Norte. Habló en Radio Voz Carlos Troyano, dramaturgo, avanzando que se trata de un espectáculo muy pensado para el público y que este recibirá, entre otras cosas, emoción:

—Escena Norte promueve el intercambio a través de las artes usando como hilo el Camiño. Descubren lugares.

—Sí, y además se recupera algo que ha existido a lo largo de la historia: la comunicación entre territorios vecinos del norte de España, interrumpida en los últimos años. Parece que todos miramos a Madrid, hacia sus compañías, hacia las figuras mediáticas. Es de agradecer un proyecto como este Camiño Escena Norte que nos permite acercarnos a tierras tan queridas y próximas como Galicia.

—Llegan a Vimianzo con un «jardín de posibilidades», allí donde habita aquello que no ha sido.

—En sus Suites, Lorca [uno de sus primeros viajes, por cierto, fue a Galicia] habla de un jardín donde de vez en cuando se va a vivir la vida que no pudo vivir, a soñar, a hablar con los hijos que no pudo tener, amores que no fructificaron. Me encantó esa figura y decidí poner en ese jardín a su mejor amiga, Emilia Llanos. Ella, una mujer muy culta de Granada, lo acompañó toda la vida y en un corto período, sobre 1918, tuvieron una relación, más que amistad. Es la responsable de todo lo que sabemos de Lorca en los últimos días. Con 18 años, él se había prendado de ella, le escribió el poema Deseo y en 1920 una carta de amor desde Madrid que ella no respondió, sintiéndose culpable toda la vida. Vuelve él de Madrid con su ya sexualidad descubierta, y Emilia cree que el cambio de actitud viene por la carta.

—¿Hubiesen cambiado las cosas?

—Nunca lo sabremos, pero yo creo que no, que solo se trataba de un período de busca (...) Cuando en 1956, Agustín Penón viene por vez primera a Granada y comienza la primera investigación sobre Lorca, la única persona que le ayuda, con la que descubre partida de defunción, quién le mató, por qué, incluso dónde está enterrado, fue Emilia.

—¿Cambia la visión de Lorca cuando uno deja la butaca?

—Diría que sí, pero lo que a nosotros nos gustaría es que se cambiase la visión sobre ella. La suya es una generación de mujeres silenciadas: Emilia vivió una época dorada que se rompió por la guerra y a partir de ahí pasó a otra vida y desapareció de la historia. Empezamos la obra porque Anabel Díez, directora, es una lorquiana empedernida que me propuso escribir algo sobre Federico que no se hubiese escrito aún. Investigué y me encontré esta figura que me encantó, tanto que Lorca, siendo una figura inmensa, es en nuestra obra una figura secundaria. Lo realmente apasionante es Emilia, aunque lo que sí toma un lugar fundamental en ella es la poesía de Federico.

—¿Y todo esto en escena?

—Lo primero que destaco es que las cinco actrices son solo un personaje en una escenografía maravillosa [evoca la Alhambra, donde, ojo, actuaron ante mil personas]. Mujeres que representan a Emilia en diferentes edades: cuando conoce a Lorca, cuando no le puede ayudar en el 36, cuando empieza a investigar su muerte en el 56 y cuando en el 66 se vuelve loca y se pasa dos años hablando con Federico, poniéndole un plato en la mesa. Esa Emilia es la protagonista, a punto de entrar en la locura para volver a ser feliz. La idea sobre la que gira la obra es que en una vida hay muchas vidas.

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