La temporada se está poniendo muy cuesta arriba y lo peor que le puede pasar a un equipo es que esta se haga muy larga. Los resultados ni acompañan ni tienen visos de llegar. Cuando las cosas no van bien, la confianza desaparece, te vuelves vulnerable y cualquier pequeño percance te derrumba e imposibilita para revertir la situación. Probablemente nos ha pasado a todos a lo largo de nuestra vida, situaciones personales o profesionales que van apareciendo a las que no eres capaz de hacerles frente.
Este CD Lugo lo intenta, se esfuerza pero no consigue reaccionar. Acaba un partido sumido en la desesperación porque no gana. Comienza la semana recobrando una mínima energía que lo mantenga activo. Entrena con la mayor determinación posible para encarar el siguiente partido con ilusión, con esperanza. Llega el partido y al final del mismo, el bucle se reinicia. Mantener vivo un equipo, con sus integrantes en un mínimo estado de pasión y compromiso, no es fácil. Esta es la temporada que nos toca vivir. Era posible, diría que probable que este momento llegara. Un descenso no es agradable, nunca cuentas que te suceda a ti. Le pasó al Dépor, Numancia, Córdoba, Alcorcón, Fuenlabrada, Hércules, Castellón, Logroñés, Castilla, Xerez, Murcia, Jaén, Sabadell, Nástic… También a la Ponfe, el Alba, el Racing de Santander, Mirandés, Elche, Mallorca, Huesca y volvieron. La mayoría de estos clubes, tienen una historia futbolística de lo más granado, y descendieron. No es fácil esta liga. Nunca lo fue, pero iban pasando los años y nos fuimos acostumbrando tanto que ya lo consideramos una normalidad.
Lo siguiente es mirar atrás, todo lo acontecido, lo vivido y revisar qué tenemos. Después de once años con los mejores, compartiendo mesa y mantel con lo más florido de nuestro fútbol, qué hemos aprendido, qué nos ha generado este período de tiempo, en definitiva con qué nos hemos quedado, tanto en lo material como en lo formativo. Inmediatamente después nos encontramos con la incertidumbre del futuro. El porvenir tendrá mucho que ver con la experiencia vivida, el aprendizaje adquirido, la situación económica, el patrimonio conseguido y finalmente el estado de ánimo con el que afrontaremos lo inmediato.
En el césped, la actitud hasta el último minuto del último partido no debe dejar dudas, y en esta ocasión fue un ejemplo. Las opciones escasas o no, agotarlas y si se agotan, seguir hasta el final porque los inicios se fraguan con una conducta ejemplar. La ilusión renace aún con desenlaces amargos si no hay titubeos en la entrega y el esfuerzo, incluso sin premio. Las gradas llenas de niñas y niños, nos enseñaron el camino. No los defraudemos.