Florian Vlashi: «Bebo vinos que le gustaban a Verdi o a Beethoven»

La Voz

A CORUÑA

Jacobo Ameneiro

El albanés, uno de los violines primeros de la Orquesta Sinfónica de Galicia, asegura que ya no se imagina sin vivir en A Coruña

17 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Educado. Sonriente. Le gusta hablar y escuchar. Sabe de todo. Con sencillez cuenta la amistad de su padre con Ismaíl Kadaré, premio Príncipe de Asturias y un candidato fijo al Nobel de literatura. «Recuerdo las conversaciones que mantenían en casa cuando era pequeño. Sigue siendo gran amigo de la familia». Toca el violín desde los seis años y siente pasión por el instrumento. Una vez al año, como un ritual, acude al Museo del Violino en Cremona, Italia, la casa de los Stradivarius. «Es increíble, hay una persona que todos los días va a tocarlos un poco. El violín si no se toca se muere», asegura el albanés Florian Vlashi Velaj, uno de los violines primeros de la Orquesta Sinfónica, de la que forma parte casi desde el inicio. «Me perdí el primer concierto, pero semanas después ya estaba aquí. Vine con mi mujer. No conocía absolutamente nada de Galicia, bueno algo de Camilo José Cela y el Camino de Santiago».

El fresquito coruñés

Nació el 8 de noviembre de 1963, con lo que casi lleva tanto tiempo aquí como el que pasó en su país de origen. «Los músicos tenemos algo de trovadores, que van de un lado para otro, pero no me puedo imaginar no vivir aquí. La comida, la gente, o el fresquito que ya me atrapó sin saberlo. Salí del mar Adriático y llegué al océano Atlántico. Los albaneses y los coruñeses somos parecidos en muchas cosa», sentencia. Charlamos en el Fika, en los bajos del famoso edificio de Fernando Macías. Lo elige él porque tienen una reproducción de un cuadro de Miró, un artista que le encanta, al igual que todo el arte moderno. «Traje aquí a mi padre (su progenitor habla siete idiomas, posee una de las bibliotecas más importantes de Albania, es escritor, autor teatral y cuenta con las más altas distinciones de su país), y me dijo que Fika en sueco era conversación, charla...», apunta este albanocoruñés que lo mismo habla de Leonardo da Vinci, que de Sarasate o de los vinos blancos gallegos.

Cantina casera

Su mujer, Rediana Lukaçi, violonchelista, participó en conciertos con la Orquesta Sinfónica de Galicia, es profesora en las Esclavas, y forma parte con Florian del grupo instrumental Siglo XX. «Llevamos 20 años y ya estrenamos 144 obras, que es una cifra importante. También estoy en la Camerata Brigantina». Durante su vacaciones ofreció cantidad de recitales y muchos de ellos de carácter solidario. «La injusticia es lo más doloroso que hay», reflexiona. Tienen dos hijos, Daniel, de 20, y Martin, de 13. El primero sigue formándose como violinista en Lyon y ya ha ganado importantes premios internacionales, y el pequeño toca el violonchelo como la madre. «Los niños tenían que odiar la música o amarla porque está en todos lados en nuestras vidas. No tenían escapatoria los pobres», asegura sonriente. «Espero que sean mejores que sus padres», sentencia. No duda en confesar que, además del violín, su otra pasión es el vino. «Los blancos gallegos son únicos, como el marisco, no los he encontrado iguales como aquí. Son un regalo de Dios. Me encanta escaparme a bodegas y tengo en casa una pequeña cantina. Colecciono, y también bebo, vinos que le gustaban a Verdi o a Beethoven. Lo curioso es que sus gustos no coinciden con sus obras. A Wagner le encantaba el champán, que no te lo imaginas escuchando sus composiciones; a Mozart los vinos españoles fuertes, y a Verdi, por ejemplo, los Lambruscos», explica este músico que todos los días toca su violín Bocquay de 1700. «Intento ser amable y amar a la gente», sentencia Florian, una de esas personas con la que podrías quedarte hablando y escuchando toda la vida.