Juan Mariñas: «Soy un híbrido entre un chaval de barrio y un niño bien»

La Voz

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

25 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Te abraza con su sonrisa. Se recrea cuando cuenta una anécdota. Aporta datos como el nombre de sus compañeros de piso en su época de estudiante en Madrid. Y es capaz de afirmar sin inmutarse: «En COU me enamoré y suspendí las ocho». Por la mañana trabaja de repartidor y por las tardes es escritor, editor y actor de teatro. Sugiere hacer la foto en la torre de Hércules porque «fue donde le pedí matrimonio a mi mujer y gracias a un relato sobre el Faro me llamaron interesándose por mí. Además detrás de Ferrol está Irlanda, donde pasé una temporada…». Y vuelve con las anécdotas. Así es Juan Mariñas, híbrido antes de los de Toyota. «Soy un niño del Gurugú, de barrio, hijo de una pescantina de la plaza de Santa Lucía, pero que tuvo la suerte de estudiar en los Jesuitas. Soy hijo único y fue un regalazo de mis padres. Siempre me he considerado un híbrido entre un chaval de barrio y un niño bien. Para los padres de mis compañeros yo era el quinqui», recuerda sonriente Juan José Fernández Mariñas. Acaba de cumplir 48 años y es padre de dos niñas de 8 y 4, Laura y Aitana. Los nombres de las niñas le sirvieron para bautizar su editorial y al grupo de teatro, Lautana. Su mujer se llama Ivana. «Cuando la conocí todo cambió. Dejé de salir, de beber…».

A Paraguay y Argentina

Charlamos en la cafetería del Sporting Club Casino de la calle Real. Son las cinco de la tarde y dentro de poco más de dos horas tendrá lugar aquí la presentación del libro Nam, el rey, del coruñés David Sande y editado por Mariñas. «Con recuperar la inversión y ganar un poquito me conformo. Ver la satisfacción de los autores es algo que me llena», apunta. Dentro de unas semanas impartirá cursos de creación literaria en Argentina y Paraguay. Me cuenta la historia con cantidad de detalles que intento resumir. «Recibí un mensaje vía Messenger de una persona de Buenos Aires con raíces en Lugo interesado en mi libro El olor de su silencio. Es la obra dedicada a la aldea de la trilogía que forma con Piel de salitre y Migas de pan. Se lo mandé y le gustó. Como resulta que trabaja en la Cámara de Comercio de Publicaciones me animó a viajar hasta allí», relata. En la conexión con Paraguay influye otro de sus muchísimos amigos que aparecen en la conversación. «Mi último libro de relatos, Alguien que te quiera, ya va por la tercera edición y lo voy a presentar en varias ciudades. Y tengo dos más pendientes de publicar», apunta. Siente pasión por el teatro. «No sé si soy bueno o malo como actor, pero me veo feliz», comenta Juan, que en el colegio era «bromista, payaso y positivo». «¡Teatro! Si levas máis de cuarenta anos facendo teatro», le dijo su padre cuando le anunció la novedad.

En Paiosaco

Se mueve igual de bien por la calle Real que por su huerta de Paiosaco. «No tengo manos de pianista [me las muestra]. Soy más de sachar», comenta mientras da un sorbo a una cerveza sin alcohol. Se considera generoso y desprendido. «Tengo mal carácter con los que hacen trampas. Me indigna. Y en este sector hay mucho tramposo», asegura. No sabe si algún día podrá vivir de la literatura. «Voy haciendo mi pastelito, porque el grande se lo reparten otros, e intento disfrutarlo con los míos», analiza. Mientras tanto continúa con su trabajo de mensajero para una empresa coruñesa. «Saco muchas historias de ahí. Escucho, veo... Esa cercanía da verosimilitud a lo que escribes. Es cierto que es duro, pero ves a la gente en distintos estados y eso es la vida», reflexiona. Me dibuja la espina de un pescado para explicarme cómo es la técnica para escribir una novela. «Lo más difícil no es escribirla, es pensarla», afirma. De pequeño quería ser veterinario hasta que vio el parto por cesárea de una vaca. Así que orientó su vida hacia la escritura. «Le escribía las cartas a las novias de mis amigos», confiesa. Vaya personaje.

«No tengo manos de pianista, soy más de sachar en el huerto»