¿Tú también miras el tiempo de Pontevedra?

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Emilio Moldes

06 jul 2018 . Actualizado a las 10:47 h.

Lo siento por mis amigos meteorólogos, pero creo que deberían incluirlos en Galicia en la categoría de profesión de riesgo. Es imposible seguirles el ritmo y además es complicadísimo que uno de nosotros no maldiga su predicción cada dos segundos. No creo que haya más personas en el mundo con más apps que tengan que ver con el tiempo atmosférico que los coruñeses y además sé, por la experiencia que van dando los años, que esto de mirar para el cielo no se pasa. Los coruñeses tenemos tortícolis de tanto abrir nuestros ojos a las nubes, de tanto desear el sol, de tanto pensar si por fin este sábado podremos coger los bártulos e ir a la playa. Tenemos tortícolis de tanto agachar la cabeza para mirar la página web de MeteoGalicia porque hemos adquirido esa manía heredada de vigilarnos continuamente entre el nubarrón, la nubecita, el huevo frito del sol y la nube, el viento del norte, el aire del sur y tanta choiva constante.

 Pero también tengo que decir que, visto lo visto año tras año, hemos abandonado a otra suerte nuestro disfrute estival y nos hemos enfocado en otro objetivo que nos mantiene a salvo: los coruñeses vivimos por y para el sur, por y para la provincia de Pontevedra. No hay rincón que se nos escape ni garito que no conozcamos en esa meta común de gozar, sea como sea, de nuestro merecido descanso al sol. Y en la provincia de Pontevedra hemos encontrado nuestro paraíso. ¿Que la niebla nos esfuma? Tiramos para Sanxenxo, ¿que el nordés nos congela a 19 grados? Nos escondemos en cualquier cala de Cangas, en cualquiera de las playas de lujo de Aldán, de O Grove, de Arousa, en todos esos maravillosos arenales que nos abren el horizonte de un verano feliz: Aguete, Samieira, Lapamán, Panxón, Area Grande, A Barrosa, A Lanzada...

Es difícil no encontrar a un coruñés que no te descubra un rincón único en toda la costa de las Rías Baixas y es difícil no encontrar a uno que no se caiga rendido a las maravillas de los alrededores de Vigo cuando se trata de pisar la playa. Ahí no hay desencuentro, todo lo contrario: Vigo nos deslumbra con su luz los días en que Coruña se queda a oscuras, y para allí emigramos ansiosos de su temperatura, del calor de sus noches y de su ambiente veraniego.

Los coruñeses vamos y venimos a Sanxenxo, vamos y venimos a O Grove, vamos y venimos a Baiona con la ilusión de los que buscan otro cielo abierto y con la certeza de que en el sur el verano tiene sentido. Nos sentimos seguros en su abrigo, en sus chiringuitos, en sus terrazas, en sus restaurantes, en sus paseos, y en el regocijo de sentir que el sur de algún modo también nos pertenece, aunque solo sea por voluntad y por deseo. En Pontevedra tenemos los coruñeses escondido nuestro auténtico verano, el mismo que otro año más se nos ha ido de las manos. ¿Dan bueno para allí este finde?