Vivir entre espinas

Antonio Sandoval Rey

A CORUÑA

CEDIDA

La curruca rabilarga tiene su hogar en los macizos de tojo

15 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

He venido de caminata hasta la altura de las islas de San Pedro con objeto de disfrutar del sol de estos días tan largos, de las vistas del océano y del refrescante viento del nordeste. Pero hace un rato que prescindo de admirar el pequeño archipiélago y la inmensidad marina. Su lugar como objeto de mi interés lo ha ocupado, en el tojal, un pequeño pájaro de dorso color pizarra, ojos rojos y pecho color ladrillo.

El caso es que solo consigo verlo unos instantes, antes de que vuelva a ocultarse. Entra y sale de entre las espinas con una desenvoltura no muy diferente a la de un comprador convulso por las tiendas de un centro comercial.

Me he impuesto el reto de conseguir fotografiarlo, pero hasta el momento solo he conseguido retratar su larga cola. Es como si su hiperactividad y mi cámara estuvieran sincronizadas para que, cada vez que yo aprieto el disparador, la curruca se zambulla entre la vegetación. No pienso capitular, de modo que esto se va a convertir en una liza entre mi paciencia y su hiperactividad.

Un chasquido como reclamo

Su reclamo es un chirrido seco, duro y breve, como de consumidor poco convencido de la oferta que se le intenta vender. Cuando asoma de los macizos de tojo, es para buscar por dónde entrar de nuevo. Solo a veces parece permitirse unos segundos de reflexión; como si repasara mentalmente la lista de la compra. Es justo entonces cuando intento capturar su imagen. Pero se mueve tanto que solo logro sacarla de espaldas, desenfocada o... ya ausente.

Está en busca de invertebrados. Le valen coleópteros, dípteros, lepidópteros, chinches o lo que se tercie. Es una de los miles de especies de aves del mundo de dieta eminentemente insectívora. Estos días se daba a conocer un estudio científico que afirma que entre todas ellas, a nivel global, dan cuenta cada año de entre 400 y 500 millones de toneladas de insectos. Haríamos bien en confiarles más la gestión de las plagas, en lugar de ignorar su papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio de tantos ecosistemas. ¿Qué les parecería esta solución a los monopolios internacionales de productos insecticidas? Y ya que estamos, ¿cuántas toneladas de biocidas se arrojarán cada año a los campos del planeta?

Nidos entre el tojo

Es lo que tiene la paciencia: te haces preguntas de ese tipo mientras aguardas. Ahí está de nuevo. Esta vez la observo a través de una especie de ventana redonda entre el tojo. Amplío el zoom al máximo, enfoco y disparo en ráfaga un poco a lo loco, como si estas fueran las últimas fotos que jamás vaya a hacer. Y menos mal, porque después desaparece del todo. Quizás haya regresado a su nido, escondido también ahí, entre las espinas.

Compruebo en la pantalla de la cámara el resultado de ese definitivo rapto fotográfico mío. Algunas de las imágenes no han salido mal. ¡De hecho, en una de ellas la curruca rabilarga incluso parece posar para mostrarme su mejor perfil.