¡Vaya 'ful' de Estambul!

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

08 nov 2018 . Actualizado a las 11:09 h.

Yo creo en las señales, no solo en las de tráfico, sino en esas que te hacen sentir que estás en el lugar equivocado en el momento equivocado. O en esas que te llegan por Facebook o por WhatsApp y que te obligan a dar un respingo en el sofá y girarte sobre tu destino. A mí me llegó una de esas el otro día que me decía: «Sale más barato salir de vinos que quedarse en casa y encender la calefacción. Haz un esfuerzo y sal de copas. Jodamos a Endesa». ¿Y qué hice yo? Primero sustituir Endesa por otra compañía eléctrica (para el caso vale cualquiera) y apagar cuanto antes la calefacción. Así que en diez minutos mi vida había cambiado: de pronto estaba en medio de la plaza de Lugo un viernes más dispuesta a favorecer el consumo, a remontar la economía local, que es la savia que corre por este cuerpo.

Enfilé la calle Padre Feijoo pensando en que a las nueve y pico era un buen lugar para esa mítica que es «bajar a tomar una y ya», y tengo que decir que esos tres locales típicos de la zona tenían su clientela habitual, había gente abrigada al calor del vino y la caña de última hora. Marcos me puso lo de siempre. Hablamos un rato del Dépor y del carnaval de Cádiz y de la chirigota de la política. No fue mucho tiempo, tal vez una hora y media, cuando me despedí de él reconfortada por esa imagen sobrevenida de un viernes bien aprovechado.

Pero fue salir a la calle y me caí de golpe. Fue poner un pie en la acera y sentir un vacío enorme. Y no por el efecto de la bebida (escasa), qué va, qué va, en absoluto, fue un vacío total. De repente no había nadie, nadie, pero nadie. Miré el móvil (solo los clásicos usan ya reloj) por si la confusión me había llevado a un episodio de The Walking Dead, porque allí no había rastro de coruñeses (y a todos les pongo cara). «La plaza de Lugo a las 23.30 es un agujero negro que hace desaparecer a la gente», me iba montando mi película de terror, cuando de lejos irrumpió una voz que no pude identificar: «¡Vaya ful de Estambul, esto es el desierto!» Y el agujero me tragó. 

Coruña tiene estos capítulos fantasma que impactan, todos nos movemos como zombis en la alegría, pero nos esfumamos por arte de magia. Te sales un segundo de la ruta establecida y te hundes. Y así pasa que como no cojas el carril adecuado te desubicas porque todos están en una calle concreta -solo en una- o no están. Tienes que saberte el diccionario coruñés para interpretar que el viernes de noche o estás en EL sitio o te sales del mapa. Coruña tiene ese vaivén temporal que desnorta, ese ambiente extremo tan gallego de o Chove que nin Dios o Fai un sol de carallo. Un día La Marina está que revienta y al otro se hace el silencio más oscuro y te quedas sola. Por eso necesito una guía local que me cuente dónde se mete la gente cuando no hay gente. Que alguien, por favor, me haga una señal.