«Tenemos derecho a sentirnos tristes y angustiados, pero todo esto también tendrá un final»

R.D. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Manuel Serrano, jefe de Psiquiatría del Chuac
Manuel Serrano, jefe de Psiquiatría del Chuac Vítor Mejuto

Manuel Serrano, jefe de Psiquiatría del Chuac, desgrana en el ciclo Charlas saludables la repercusión del covid en la depresión

25 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El covid ha dejado muchas heridas abiertas, y no solo en el cuerpo. El impacto de la pandemia en la depresión centró una nueva Charla saludable del ciclo de la Xerencia del Área Sanitaria de A Coruña y La Voz de Galicia, que ayer contó con un especialista en la materia: Manuel Serrano, jefe de Psiquiatría del Chuac.

En los enfermos, en su entorno y también en los profesionales sanitarios perciben los doctores los indicios de «una depresión enmascarada, que no cursa con los síntomas propios, sino con dolores vagos e imprecisos, fatiga y agotamiento», explicó de un diagnóstico que ha aumentado un 78 % en las personas que han sufrido la enfermedad, y que se están encontrando en las consultas hasta en un 20 % más de ocasiones. Lo detectan de forma más acusada en colectivos sensibles, desde el paciente que ha pasado el covid de forma grave, a los que han perdido a un ser cercano a causa del virus, los trabajadores que han luchado contra él en primera línea y, también, en personas que ya sufrían un trastorno previo, reactivado o descompensado a raíz de la crisis.

En todos ellos, es norma común «el pesimismo, la falta de confianza en uno mismo y en el entorno, y la pérdida de la esperanza», detalló el responsable de salud mental del Chuac, que también se detuvo en analizar el denominado «síndrome de la niebla» asociado a los problemas de concentración y el cansancio como señales despertadas por la incertidumbre, junto al temor real al contagio manifestado en casos acusados del «síndrome de la cabaña». «El miedo a salir a la calle no es cosa solo de los mayores -recalcó el ponente- le sucede también a la gente joven».

Los duelos pospuestos hasta convertirse en patológicos, la reactivación de trastornos psiquiátricos persistentes o la aparición de cuadros obsesivos graves son algunos de los casos que están viendo en las consultas, en un momento en el que a la estabilidad mental tampoco colaboran «los temores sobre la situación económica y laboral», advirtió el especialista.

Pese a esa desesperanza general en un entorno en que «la incertidumbre está en el ambiente, no hay certezas, ni siquiera con la vacuna», Manuel Serrano puso el acento en la relevancia de diferenciar cuándo es necesaria la intervención rápida de un profesional, ya que entre quienes pasaron la enfermedad, hasta un tercio no precisó asistencia psicológica.

«La tristeza no es necesariamente una enfermedad, es un estado de ánimo coherente con la situación», puntualizó el doctor sobre emociones «desagradables, pero no patológicas» antes de recordar la «enorme capacidad adaptativa» del ser humano. «Tenemos derecho a sentirnos tristes, ansiosos o angustiados, pero hay que intentar tener una actitud positiva a pesar de todo, porque también todo esto tendrá un final -insistió-; esta no es la primera pandemia del mundo, es la primera de este siglo, pero todas pasaron».

Cuestión diferente sucede cuando esos síntomas «son incapacitantes, repercuten notablemente en el funcionamiento de la vida diaria, en el entorno laboral, familiar o social; entonces sí, hay que pedir ayuda», insistió Serrano. Debe hacerse porque «una depresión tratada dura de tres a seis meses, si no se trata puede prolongarse más de un año».