Eva Pestoni: «Pongo los acentos en todos los mensajes de WhatsApp»

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Filóloga de formación y gran viajera, habla inglés, francés y alemán, y tras una etapa dedicada a la enseñanza, se incorporó al negocio que su madre fundó en 1974 al lado de la plaza de Vigo

18 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice que en casa le inculcaron lo de comprar en el comercio local. Se lo dijo su madre cantidad de veces y siempre lo pone en práctica. Y también les transmitieron lo de ver la vida de una manera positiva. «Las tres hermanas somos muy optimistas. Los pesimistas también se equivocan, pero lo pasan peor», sentencia Eva Pestoni. Tomamos café en una terraza de la plaza de Vigo, a pocos metros de la tienda que fundó Carmen, su madre, en 1974. «Estos negocios no son como antes. Ahora tienes que estar al día de todo y apostar por la venta online y por la presencia en redes. Las tiendas tienen que mantener su identidad, su filosofía, pero estar en movimiento. Si algo bueno tuvo la pandemia es que tuvimos tiempo para dar un impulso a la página web», analiza. Pero hay cosas que no cambian. «Se siguen vendiendo plumas, portaminas, bolígrafos de calidad... Los artículos de escritura tienen un gran valor sentimental. En este mundo en el que todo se queda obsoleto enseguida, te sorprendería la cantidad de clientela que busca estos productos. Nadie viene a la tienda a devolver una pluma ni unos buenos lápices. Por cierto, gracias a saber alemán tuve la suerte de hablar con el conde Faber-Castell en una convención», recuerda. 

Coruñesa políglota

Además de alemán, habla francés e inglés. «Pero conduzco y cocino muy mal», apunta sonriente esta coruñesa políglota que se crio en Linares Rivas, cumplió los 50 en plena pandemia y tiene una hija de 15. Cuando estudiaba en las Jesuitinas y en los Maristas tenía claro que de mayor «quería ser profesora de inglés o presentadora de televisión». Finalmente, estudió Filología Inglesa en Santiago y se presentó a unas oposiciones para dar clases en institutos. «Aprobé los tres exámenes y el tribunal de la última prueba, la más difícil, me calificó con un 9,25 sobre 10. Pero como había muchos interinos no logré la plaza. Me enfadé tanto, me pareció tan injusto que nunca quise volver a presentarme. Yo había hecho mi trabajo», relata. Pero sí que dio clases de inglés, en el desaparecido Wall Street Institute. «Durante un tiempo fue lo máximo. Estuve allí tres años hasta que decidimos incorporarnos al negocio familiar mi hermana Cristina y yo», recuerda. También me habla de sus veranos en Oxford o en Cambridge, o en Friburgo, en la Selva Negra. «Agradezco el esfuerzo de mis padres. Me sigue gustando viajar y tuve la suerte de estar en lugares como las cataratas del Niágara, Helsinki, Venecia o Toronto. Prefiero un viaje a un bolso de marca o una joya», afirma Eva. 

Disfraces todo el año

Los artículos de escritura comparten espacio en la tienda de Menéndez Pelayo con diferentes complementos, juguetes, regalos para bebé, ropa de baño para niños, muñecas y cantidad de disfraces. «Los vendemos todo el año, no solo en carnavales. Y durante la pandemia también, aunque no se pudo celebrar como siempre. Dice un estudio que disfrazarse de pequeño ayuda a convertirte en un adulto empático». En su lista de defectos, incluye lo de ser una «pésima cocinera», hablar mucho, tener poca paciencia... «Pero pongo unas mesas ideales con unas buenas fuentes de canapés. No fumo ni bebo alcohol, pero los postres me valen todos. Y sé hacer filloas», asegura.

«Tengo una memoria horrible, pero no me olvido de la cara de un cliente, aunque ahora con las mascarilla es más complicado», apunta Eva, que utiliza un día en la playa para recargarse. «Y no soy capaz de no bañarme». Le gustan también las películas de abogados y disfruta mucho con las pequeñas cosas de la vida.

Acabamos el café y el teléfono móvil echa humo con los mensajes y las llamadas perdidas. «Pongo los acentos en todos los mensajes de WhatsApp. Debe de ser que soy filóloga, pero no soporto las faltas de ortografía aunque escribas rápido», comenta esta coruñesa que está deseando volver al gimnasio. «Me había enganchado al Hiit, que es un tipo de entrenamiento de media hora intenso, y lo dejé por el confinamiento», confiesa sonriente.