Si vamos a tener que volver a dar besos y abrazos es mejor que lo hagamos cuanto antes, dado que ese futuro prometedor no acaba de llegar
14 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Anda corriendo un meme que hace referencia a la manera en que tenemos ahora de relacionarnos: «Puño, codo, beso, piedra, papel, tijera...». Mucha de esa incertidumbre entre «te toco y no te toco» nos acompaña porque nos hemos dividido entre los que nos aproximamos con ganas y los que siguen a metro y medio rechazando la cercanía corporal. Si vamos a tener que volver a dar besos y abrazos es mejor que lo hagamos cuanto antes, dado que ese futuro prometedor no acaba de llegar y continuamos anclados en lo que yo llamo la nueva subnormalidad. Es decir, en un vaivén de normas que lo único que acaban de conseguir es un desconcierto en todos nosotros, que vivimos en una realidad que en nada se asemeja a la vieja que ahora echamos tanto de menos. Les pongo otros ejemplos de la nueva subnormalidad: cualquiera de nosotros puede salir a correr sin mascarilla por el paseo marítimo coruñés, pero si su hijo de 15 años corre en el campo de fútbol durante un partido contra chavales vacunados tendrá que ponerse la mascarilla. Es lo mismo que sucede si su hijo pequeño va al parque en Coruña y corretea por cualquiera de los columpios sin la mascarilla puesta, se roza con los otros niños, pero cuando anda por el patio del colegio (normalmente con los mismos compañeros con los que convive ocho horas al día), entonces tendrá que ponerse la mascarilla en el recreo. E igual le sucede a ese matrimonio que convive en casa como antes de la pandemia, pero en cuanto pone un pie en la calle, se agarra del brazo para ponerse la mascarilla. Si comes dentro de un restaurante estás sin mascarilla, aunque te rodees de gente, pero si bebes en un pub tienes que ponértela seguro... ¡Qué lío este nuevo mundo! La nueva subnormalidad reclama que de una vez alguien competente le ponga a todo esto FIN.