Las donaciones al Banco de Alimentos caen un 40 % en tan solo cuatro años: ¿somos más insolidarios que antes?

A CORUÑA

Campaña de la Gran Recogida para el Banco de Alimentos en un supermercado en el centro de A Coruña.
Campaña de la Gran Recogida para el Banco de Alimentos en un supermercado en el centro de A Coruña. EDUARDO PEREZ

La Gran Recogida del pasado fin de semana intenta paliar esta grave crisis

10 nov 2025 . Actualizado a las 12:38 h.

Hablar de lo mucho que se ha encarecido la vida se ha convertido en casi una conversación de ascensor. Pero los dramáticos efectos de que la cesta de la compra haya aumentado su precio un 38 % respecto a los tiempos prepandémicos, la sufren de manera colateral y especialmente aguda los usuarios de los bancos de alimentos. Esta red de apoyo es fundamental para uno de cada cuatro españoles, esos que viven en riesgo de pobreza o exclusión social. Este fin de semana, la Gran Recogida anual ha intentado remontar unas cifras que no consiguen recuperarse, ya que desde el 2021 el Banco de Alimentos Rías Altas (Balrial) —que aglutinan las entidades de A Coruña, Ferrol y Santiago— ha perdido un 40 % de donaciones. ¿Somos menos solidarios o nos es más difícil serlo?

Manuel Mora, presidente de Balrial, expone la situación: «En el 2022, con un euro conseguíamos un kilo de productos, hoy esta misma cantidad ya asciende a 3 euros. La gente dona, pero es cierto que quien antes nos daba una botella de aceite ahora quizás no se quiere gastar tanto dinero, y nos cede un bote de garbanzos. No es tanto que a la gente le cueste tener empatía sino que a muchas personas les resulta también más difícil llegar a fin de mes por el precio de la vida».

Los supermercados, indispensables para que se pueda llevar a cabo esta iniciativa caritativa, son hoy en día un terreno hostil para muchas familias por el importe actual de los bienes de primera necesidad. Y esto repercute en la actividad de los bancos de alimentos, tanto en cantidad como en calidad. «Seguimos llegando a nuestros objetivos por la colaboración de la administración pública y a nuestras propias donaciones, pero también gracias a la labor de los colegios y de las empresas que contribuyen con nosotros, pero necesitamos que la gente entienda la importancia de nuestro trabajo. Muchas personas consiguen alimentarse día a día por lo que entregan los bancos de alimentos», explica Mora.

Participantes en la Gran Recogida en As Cancelas, en Santiago.
Participantes en la Gran Recogida en As Cancelas, en Santiago. SANDRA ALONSO

«Atendemos a ciudadanos con nulos ingresos, que viven de la beneficencia y también a gente que, aunque tenga trabajo, a veces no tiene para comer», continúa diciendo el responsable de Balrial, que pone el foco en un nuevo perfil de gente al que también se refirió esta semana Pedro Llorca, el presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) en la presentación de la Gran Recogida. «Esta es una realidad invisible, muchos nunca imaginaron verse hoy en una circunstancia así, y todo el mundo tiene derecho a una alimentación digna».

Los bancos de alimentos viven estos meses su temporada más crítica, también en la provincia de A Coruña, pues como explica Manuel Mora, «con lo que recaudamos en la Gran Recogida nos llega para repartir comida a entidades sociales más o menos hasta abril, por eso hacemos una campaña en marzo, y después otra en mayo. Pero ahora venimos de mucho tiempo sin campañas y solemos recurrir a compras que hacemos nosotros».

Hay otro factor a tener en cuenta en esta crisis. «Hasta el 2023 la Unión Europea facilitaba en torno a 600.000 kilos de alimentos a los países miembros. Pero tras una reunión se decidió que pasaría a entregarse dinero. En el caso de España, se dieron 6 millones de euros que gestiona Cruz Roja a través de las tarjetas monedero para que la gente compre en ciertos supermercados. El bono es de 130 euros al mes, pero solo se les da a las personas que sufren privación material severa con menores a su cargo, y esto deja fuera a quienes necesitan alimentos pero no cumplen este requisito», expone Mora.

 

«Aunque sea lo más saludable, ya no podemos permitirnos el aceite de oliva»

«Hemos contactado con nutricionistas para que nos digan qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal y cómo ajustar los presupuestos a la hora de hacer compras. El problema es que, aunque no sea lo más recomendable, con los precios actuales ya no podemos comprar aceite de oliva, porque llegaríamos a mucha menos gente. Ahora preferimos aceite de girasol y poder alimentar a más gente». Como indica Manuel Mora, presidente de Balrial, los bancos de alimentos hacen encajes de bolillos para dar comida a cuantos más ciudadanos mejor, procurando en la medida de lo posible no caer en los ultraprocesados.

Si la falta de alimentos de calidad es un problema, también lo es el descenso en el número de voluntarios que colaboran en este tipo de campañas. «La gente joven está a otras cosas, entre los estudios y el trabajo... tienen otras prioridades y el fin de semana descansan, es comprensible. Por eso la mayor parte de nuestros voluntarios son jubilados y amas de casa que no tienen un horario definido, la labor de estas personas es fundamental», indica Manuel González, coordinador del Banco de Alimentos de Ferrol.

«Es tal la importancia de los voluntarios para animar a los consumidores a donar alimentos en los supermercados que si no están conseguimos un kilo. Con un voluntario obtenemos cien», añade.