El jeta que llevaba conos en el maletero

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade A CORUÑA

BETANZOS

COCHES MAL APARCADOS Y EN DOBLE FILA ZONA NUEVOS JUZGADOS
COCHES MAL APARCADOS Y EN DOBLE FILA ZONA NUEVOS JUZGADOS ANGEL MANSO

Usaba dos conos de obra para asegurarse el aparcamiento en la calle

08 oct 2019 . Actualizado a las 13:37 h.

El rey de los caraduras, el mayor jeta del estacionamiento que ha conocido esta ciudad era un chaval joven (hace ya algunos años) que andaba en un coche gris con dos conos de señalización de obras metidos en el maletero. Sí, los de color naranja.

El viernes y el sábado llegaba con el coche a la zona del Orzán en torno a las siete de la tarde, cuando todavía encontraba sitio para aparcar con facilidad sin tener que dar demasiadas vueltas. Bajaba del coche, se tomaba unas cañas en los vinos y, a la hora de cenar, unos cuantos pinchos en la Barrera y la Estrella. Y a eso de las diez, siempre en compañía de algún colega, se iba de juerga a Sada, Betanzos, Santa Cristina

Para eso volvía a utilizar su vehículo, claro. Lo encendía, esperaba a un momento discreto en que no pasasen peatones ni conductores y le decía a su acompañante: «En cuanto saque el coche, coge los dos conos que llevo en el maletero y ponlos en la calle señalizando el sitio». Y hecho esto, ya podía irse de marcha por los abrevaderos del área metropolitana, dejando marcado con los conos el hueco para su automóvil.

Pasada la una de la mañana, ya bastante perjudicado (no existía el riguroso control de alcoholemia de hoy en día) regresaba de juerga al Orzán, donde a un paso de la zona de copas le esperaba el amplio salón reservado para su automóvil. Recogía entonces los conos, los guardaba en el maletero y volvía a aparcar. Y así, semana tras semana. Pocas veces le fallaba la argucia. Contaba él que en alguna ocasión se los robaron, pero enseguida se hacía con otros y volvía a utilizarlos.

La treta del aparcamiento, aparte de un acto incívico de envergadura, era su forma de obtener una ventaja. Como lo es la del estacionamiento en doble fila. En un alto porcentaje de casos no responde a una urgencia ni a un despiste, sino a simple comodidad del conductor para ganar un poco de tiempo, para ahorrar algo de dinero… Cierto es que las escasas plazas para aparcar en superficie y los desproporcionados precios de los párkings de esta ciudad no ayudan mucho, pero tampoco sirven como excusa, porque esos problemas los sufren casi todos los ciudadanos, y son mayoría los civilizados que no dejan sus vehículos en doble fila.

En el polo opuesto hay incluso quien presume de esta práctica engañosa. Dos conocidos hablaban del asunto esta semana en una cafetería de A Gaiteira a raíz de la declaración de guerra del Ayuntamiento al estacionamiento indebido. Uno le preguntaba al otro qué iba a hacer para aparcar si la policía empezaba a poner multas. Y este le respondía totalmente en serio -y su respuesta me trajo a la memoria al jeta de los conos-, «lo de la doble fila no va conmigo. Yo aparco ya en triple fila».