«Teño dous anos e non podo durmir»

Toni silva CAMBRE / LA VOZ

CAMBRE

CESAR QUIAN

En un edificio de Cambre llevan doce meses de cruzada contra un pub abierto bajo sus pisos. Exhiben carteles de protesta y buscan la ayuda del Valedor

23 may 2022 . Actualizado a las 10:29 h.

El número 2 de la Rúa da Tapia es una proa con magníficas vistas a la ría de O Burgo. El paseo marítimo se alcanza prácticamente saliendo del portal. Y quizá la única mácula visual sean los embotellamientos habituales en las glorietas junto al puente hacia Culleredo. Así que podríamos hablar de un conjunto de viviendas envidiable por sus vistas y su situación. Pero es casi seguro que los residentes de este edificio lanzarán una amarga sonrisa o una muesca peor al leer estas líneas. «Mucha vista, mucho acceso, ¿y el descanso qué?», dirán. Porque aquí, desde hace un año el descanso nocturno ha pasado de estado de primera necesidad a ser un bien de lujo.

La presencia del pub Beagle ha cargado de tensión estas viviendas. La comunidad de vecinos ha decidido no aparecer con nombres ni imágenes en este periódico, pero sí describen sus quejas con todo detalle. «El sonido está muy alto, cuando suenan los graves parece que vibran las paredes», señala el residente del primer piso. «Si la casa está en silencio puedes llegar a adivinar qué tema está sonando en el pub», agrega. Pero hay más: «Y si te vas a la habitación más alejada al fondo de la casa el asistente de Google puede reconocer la canción, con eso está dicho todo», explica.

Además, el Beagle es un local de horario casi continuo. «Cierra a las 4.30 de la madrugada, con el posterior movimiento del mobiliario y el ruido que genera, y reabre a las 7.00 horas para dar desayunos, un no parar». Este vecino es padre de un niño de dos años que no puede conciliar el sueño. Además de la música, se añaden invasiones acústicas como las conversaciones o los gritos de clientes cuando abandonan el local de madrugada.

«Gracias» irónico

Tuvieron decenas de consultas y reuniones con el Concello de Cambre antes de que el local abriera. Les extrañó que el Beagle obtuviera la licencia porque no pueden dos negocios de hostelería compartir el mismo bajo y aquí ya se encontraba el Regueira, en el número 4. Iniciaron entonces una campaña más visible desde sus ventanas. Durante los primeros días con un irónico «Gracias», que despertó la curiosidad de los vecinos. Al poco, añadieron los verdaderos mensajes de denuncia: «Con tanto ruído non nos escoitan», «E veña festa, e veña parranda», «Nuestra salud, nuestro derecho», «Ailará lalá, esta noite hai foliada», «Isto é legal?», «Teño 2 anos, non podo durmir», «Aquí no hay quien viva», y un desesperado homenaje a Sabina con «Y nos dieron las 10, y las 11, las 12, la 1 y las 2».

CESAR QUIAN

En medias, los vecinos también tuvieron que luchar contra el montaje de la terraza, que se demostró ilegal y fue retirada a principios de este año.

Los contactos con los técnicos del Ayuntamiento comienzan en noviembre del 2019, cuando el portavoz de los vecinos que comienzan a oír rumores sobre el nuevo pub bajo sus viviendas informa en el Concello de la imposibilidad de albergar dos negocios similares en el mismo bajo comercial. Con la ordenanza sobre la mesa, los residentes respiran tranquilos, pero continúa el movimiento del montaje del negocio. Ignoran que el Concello de Cambre ha dado luz verde a los promotores alegando la existencia de una junta de dilatación. El 16 de diciembre del 2019 la técnica municipal emite informe favorable e invita a los vecinos a consultar la nueva documentación.

«No nos dejan ver los planos»

Pero los afectados denuncian que aquella muestra de papeles fue sesgada. «No se nos entregan los planos que acompañan al proyecto ni la solicitud de viabilidad del 14 de octubre del 2019 ni la respuesta afirmativa de una semana después», indican los vecinos. ¿Qué escondía esa documentación no mostrada? La existencia de una junta de dilatación, un elemento sobre el que pivotan todos los argumentos de legalidad. Los vecinos conocieron este dato el 7 de mayo del 2020. Diez meses después, el pub Beagle abre sus puertas al público y comienza el suplicio vecinal, no solo con ruido, sino con la presencia de vómitos y restos de consumiciones en el portal. Piden el apoyo de los partidos de la oposición y la concejala de Esquerda Unida, Olga Santos, descubre que en la documentación presentada falta la solicitud de viabilidad y el posterior informe positivo. Al poco, los vecinos inician la campaña de carteles bajo el lema O Temple on fire. Hoy el caso también está en el Valedor do Pobo. Papeles y más papeles. Pero ese niño de 2 años sigue sin poder dormir de forma regular.

El Concello defiende el derecho al descanso, pero también la actividad económica del local

«Entendemos la postura de los vecinos y defendemos su derecho al descanso», señalan fuentes del Concello de Cambre consultadas por este periódico. No obstante, a esta frase remitida por escrito, le sigue un «pero». «Pero, por otro lado, el Ayuntamiento está obligado a respetar el derecho del propietario a ejercer su actividad económica mientras cumpla con la ley», añaden.

Las mismas fuentes municipales aseguran que se han redoblado los controles y las intervenciones de la Policía Local de Cambre, además de abrirse dos expedientes sancionadores, uno por la reposición de la legalidad en la terraza (ya retirada), y otro por realizar la actividad «con las puertas abiertas».

Aseguran que durante los fines de semana, los agentes municipales «acuden a la hora del cierre para ver que se cumpla el horario y evitar que la gente se arremoline». Respecto al ruido del interior, el Concello «no ha percibido ninguna ilegalidad», pero añaden que si un denunciante demuestra, por mediciones profesionales, que el ruido es excesivo «el Concello cerrará el local como hizo anteriormente con otros dos negocios». Los propietarios del inmueble (no los gestores del pub) remitieron un burofax a los vecinos para realizar una prueba de ruidos, pero nadie le ha respondido. Los residentes sí lo hicieron a La Voz: «Es el Concello y no el dueño del local quien tiene que realizar la mediciones». «Pero que no se desvirtúen los argumentos, esto es un problema urbanístico», insisten.