Lo que hacemos bien los coruñeses

Alfonso Andrade CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

17 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un señor en esta ciudad, alemán él, de Baviera, al que no le duelen prendas en entregar parte del dinero que gana en el ejercicio de su profesión, la música, a causas filantrópicas. La semana pasada regaló su caché como solista en un concierto de violonchelo para que prometedores estudiantes de familias con pocos recursos puedan ir a la universidad, una iniciativa del Club de Leones de Oleiros.

Pero es que con su agrupación, la Artemis Ensemble, una de las muchas nacidas al abrigo de la Sinfónica de Galicia, lleva ¡más de 30 conciertos benéficos! en los que ha recaudado fondos para asociaciones muy queridas en esta ciudad, como Sor Eusebia, Padre Rubinos o la Cocina Económica, y rara es la familia coruñesa en la que no hay algún colaborador de cualquiera de esas entidades que nos permiten decir con orgullo que nadie, por muy pobre que sea, tiene por qué quedarse sin comer o sin dormir a resguardo de la lluvia o del frío en esta ciudad.

Pero ¿a qué obedece la filantropía de Berthold Hamburger? ¿Cuál es el motor que le impulsa a entregar su dinero a causas tan nobles? Mis compañeros Fernando Molezún y Pablo Portabales revelaban hace unos días que lo que mueve a Berthold es simplemente su afán por devolver a los coruñeses lo que le han dado a él. Es decir, que lo hace por puro agradecimiento, por un coruñesismo moldeado a lo largo de 30 años con nosotros. Y elige para ello estas agrupaciones tan queridas.

Por eso duele tanto ver cómo desde el Ayuntamiento, nuestra casa, se juega con las subvenciones de decenas de asociaciones de profunda raigambre y hondo calado social, amagando con racanearles un dinero crucial para su subsistencia. Por eso duele tanto que tenga que venir un recto caballero alemán a abrirnos los ojos y a recordarnos cuáles son los valores y los pilares de la sociedad que hemos creado a lo largo de los siglos y de la que tan orgullosa nos sentimos. Por eso duele tanto comprobar cómo interpretaciones políticas sesgadas e interesadas retuercen y tratan de desvirtuar la formidable contribución a la oncología que acaba de hacer otro coruñés de adopción, Amancio Ortega. Berthold Hamburger no es Amancio Ortega, pero su gesto, bastante más modesto, tiene, por el sentimiento que lo impulsa, el mismo valor.

Lo que hacemos bien los coruñeses desde hace mucho tiempo es poner en pie instituciones ejemplares, capaces de estimular mecanismos de ayuda social imprescindibles. Pero lo que hacemos de maravilla los coruñeses es atraer y retener en nuestra ciudad a personas como las que forman el Artemis Ensemble, con Berthold Hamburger a la cabeza, que habrá nacido en Múnich, pero que a mí me parece ya tan coruñés como los Cantones.