Fernando Romay: «Mi sueño es terminar cuidando a mis futuros nietos en A Coruña»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

El vecino de la Gaiteira que le puso un tapón a Michael Jordan será mañana el encargado de leer el pregón que abrirá las fiestas de María Pita

31 jul 2017 . Actualizado a las 10:32 h.

En los años ochenta, el techo del deporte español tenía acento gallego. Coruñés, para ser más precisos. Con sus 2,13 de estatura y acompañado por una cuadrilla con la que se hizo con la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984 ante una estratosférica selección de EE.UU., obró un milagro inédito en este país: que toda una generación de chavales dejásemos el fútbol para dedicarnos al baloncesto. Fernando Romay regresa este verano a casa para abrir las fiestas de María Pita con, permítaseme el chiste fácil, un pregón de altura: «Yo lo que espero es que sea, al menos, divertido», asegura.

-Se le ve ilusionado con la encomienda que le han hecho.

-No te lo puedes imaginar. La palabra que mejor define el estado en el que me encuentro es culiprieto. Pero hasta tal punto que si me intentasen poner una inyección tendrían que utilizar una taladradora. Es una ilusión tremenda. Cuando me lo propusieron me dio un vuelco el corazón, porque no me lo esperaba en absoluto. Además, yo soy de los que piensan que este tipo de cosas no te las debes esperar, porque es un favor que te hacen, al fin y al cabo. Porque no creo que sea cuestión de méritos, porque si hay alguien que carece de méritos para semejante honor ese soy yo.

-Hombre, algún mérito tendrá.

-¡Anda que no habrá gente en la ciudad que no haya hecho cosas más importantes que yo! Es un favor tremendo el que me hacen dejándome estar ahí, y así me lo tomo. Pude que suene a tópico, pero te aseguro que me ha invadido un orgullo coruñés enorme.

-No todo el mundo puede presumir de ser profeta en su tierra. Y más habiendo cosechado todos sus éxitos fuera de casa.

-Bueno, el último campeonato que gané con el Real Madrid fue una Copa del Rey que se jugó en A Coruña. Fue algo muy especial. Es que tienes que tener en cuenta que mientras que la mayoría de los compañeros de equipo tuvieron mil oportunidades de jugar delante de su familia, yo jamás pude hacerlo, y mira que tuve tiempo. Así que para mi es una ocasión casi única que me dejen dar el pregón. Por fin puedo triunfar en casa.

-¿A qué edad dejó A Coruña para irse a Madrid?

-Tenía solo catorce años, era un niño. Me perdí algo muy importante que sí tuvieron mis amigos de infancia y que siempre me ha dado mucha envidia, que es el haber pasado la adolescencia en A Coruña, el haber disfrutado realmente de la ciudad cuando era joven. Aunque he terminado disfrutando y mucho de la ciudad, pero esa espinita la tengo ahí clavada.

-¿Tenía claro que era un viaje para quedarse?

-No te creas, me fui muy en plan Forrest Gump, a probar bombones y ver qué pasaba, qué sabor tenía el siguiente. No tenía ninguna expectativa de nada, pero sí la ilusión de todo.

-Y no le fue nada mal.

-Hombre, no me puedo quejar. Pero fíjate, al final todo vuelve. Porque todo lo que no he conseguido yo, lo quieren conseguir mis hijos. Uno está enamorado de una chica coruñesa, otra enamorada directamente de la ciudad y se quiere venir a vivir aquí con su chico... Así que la familia, de alguna manera, parece que va a regresar a casa. Y no te voy a engañar, me hace muchísima ilusión.

-¿Se ve retirado, como un venerable anciano, paseando por las calles de A Coruña?

-Esa es mi utopía, que está tardando muchísimo en conseguirse y, con eso, lo único que consigue es que se vaya afianzando cada vez más. Y si se cumplen los deseos de mis hijos, pues con más razón, porque mi sueño sería terminar cuidando a mis futuros nietos en A Coruña.

-Pero se le ve mucho por aquí.

-Suelo venir bastante. Y no solo visitas fugaces, sino que paso mi tiempo viendo a la familia. Mi arraigo sigue estando aquí. Tanto es así que hay gente de mi familia que se ha llevado un trozo de Coruña a Madrid, como la Peña Deportivista Centenariazo de mi hija.

El vecino de la Gaiteira que le puso un tapón a Michael Jordan. Aquella final de los Juegos Olímpicos de 1984 fue un hito histórico de nuestro deporte, cuando le plantaron cara a una selección de EE.UU. liderada por el mismísimo Michael Jordan, a quién Romay presume de haberle puesto un tapón.